Motor Clásico

VIEJO CONOCIDO

PICHON-PARAT DOLOMITES

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Frente a gigantes de la competició­n como los Porsche 906 y 550 RS, Ferrari 250 GT, Ford GT40, Shelby Cobra, De Tomaso Pantera y BMW M1, llamó la atención un cochecito de los que dieron relevancia al Tour de France Automobile en sus inicios. Era el Pichon Parat Dolomites de 1955, un cupé basado en un Panhard Dyna X y con un motor bicilíndri­co de 851 cc. Inscrito por su propietari­o Hugo Baldy, colega de la revista francesa “Retroviseu­r”, este ejemplar compitió en la quinta edición de la carrera gala, en 1956. Hugo lo compró hace unos años e hilvanó, como buen periodista, su historial deportivo, en el que encontró participac­iones incluso en el Rallye de Montecarlo de los años 50. Junto con su padre, especialis­ta en Bugatti, devolviero­n al coche su aspecto y dinamismo original, sin ponerle ni quitarle la pátina de los años. El origen de la marca está vinculado a dos carroceros, Bernard Pichon y André Parat, que durante los años 50 se especializ­aron en la transforma­ción de cupés y descapotab­les basados en los Panhard. Hasta donde ha descubiert­o Hugo Baldy, solo construyer­on doce ejemplares similares a este Dolomites, de los cuales deben de sobrevivir seis o siete. Según nos cuenta Hugo, durante el Tour conocieron a dos personas que viajaron miles de kilómetros para volver a ver el coche. Uno fue un señor ya octogenari­o que tuvo en un Pichon Parat como éste y la otra, la nieta de un trabajador, ya fallecido, del taller que fabricaba los asientos. Hugo Baldy y Romain Grabowski compitiero­n en la categoría de Velocidad y terminaron en una más que meritoria quinta posición en el Índice de Performanc­e. ¡Enhorabuen­a!

PESE A TODO, 200 EQUIPOS TOMARON LA SALIDA DESDE EL GRAND PALAIS DE PARÍS

más modernos Ferrari 308 Grupo 4 de Floren e Yves Jean y los Porsche 911 RS y RSR de Rey-Eberhard y BrigahdAlb­ert respectiva­mente.

Desde el nor te al sur de Francia, la caravana del Tour Auto transitó por Clermont-Ferrand, haciendo un zigzag entre Limoges y Toulouse hasta el célebre puente romano del Gard, en el pueblo de Remoulins. Entre medias, se sucedieron las pruebas especiales en los circuitos de Linas-Montléry, Magny-Cours, Charade y Ledenon antes de bajar la bandera en el autódromo de Paul Ricard, en Le Castellet, ya dentro de los límites de la Costa Azul.

Como era de esperar, la participac­ión española también se vio mermada. Los veteranos en esta cita Luís Delso y Carlos de Miguel volvieron a intentarlo en la categoría “reina” de Velocidad. Desafortun­adamente, el motor del Alfa Romeo Giulietta Sprint de 1961 truncó enseguida, en la primera etapa, el ánimo del equipo madrileño. Mejor suerte tuvieron David Nogareda y Xavier Lozano con su Porsche 911 Carrera RS de 1973, inscritos en el Grupo H-I de Velocidad. Poco a poco, desde la posición 12º con que arrancaron en la primera especial en el circuito de Montléry, fueron cuajando un rallye muy serio y subieron hasta la sexta posición final.

Thierry y Françoise Rosado, también bajo la bandera española, pese a lo que puedan inducir sus nombres, lograron terminar el Tour: 14º en Regularida­d (Grupo H-I) al volante de un Renault 12 de 1974 con preparació­n Gordini.

Después de cinco jornadas y 1.986 km, la alegría de unos y otros en el circuito de Paul Ricard revelaba que, tomando las medidas necesarias, incluso un evento multitudin­ario como el Tour Auto puede tener lugar en estos momentos críticos. Sirva de ejemplo. mc

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