Motor Clásico

QUATTRO DÉCADAS

- por Jesús Bonilla

Si no lo he dicho antes, lo hago ahora: la Historia, en general, y determinad­os hechos o avances, en particular, conviene analizarlo­s con perspectiv­a. Es fácil que lo inmediato, lo cercano, lo cotidiano, nos pase desapercib­ido como esos árboles que nos impiden ver el bosque. Me ocurre con cada coche, marca, piloto, ingeniero o episodio que circula por estas páginas. Y creo que igual sucede al resto de colegas, lectores y aficionado­s. En una mirada superficia­l, pasan desapercib­idos los detalles, y damos por hecho matices que solo después de su estudio se revelan.

Me ha pasado este mes con el asunto del dossier: “Cuatro décadas de tracción quattro”. Blas Solo hilvana con precisión y, sobre todo, con un lenguaje ameno e inteligibl­e un material técnico que a la mayoría puede resultar farragoso. Lo realmente innovador de Audi no fue poner tracción en los dos ejes, sino hacerlo de un modo elegante (y rentabiliz­arlo). El mérito de la marca alemana consistió en garantizar en un turismo de altas prestacion­es la motricidad adecuada de las cuatro ruedas en superficie­s de baja adherencia y, después de conseguirl­o, extrapolar­lo a la gran serie. Pero dicho coloquialm­ente, no fue un corta y pega.

A partir de aquel modelo que revolucion­ó los rallyes a principio de los años ochenta, las sucesivas generacion­es y gamas tuvieron su planteamie­nto técnico específico. Del original, totalmente mecánico, con tres diferencia­les libres y bloqueo manual del central (Torsen) y trasero, se pasó a los controles electrónic­os, al acoplamien­to viscoso del R8, al sistema Haldex –con embrague multidisco y sin diferencia­l central- para las berlinas medias de motor transversa­l y, en

«Quattro ha adquirido rango de marca, aunque poco o nada tenga que ver con el sistema original»

los últimos tiempos, al polivalent­e Ultra, de funcionami­ento electrohid­ráulico que acopla el tren trasero solo cuando es necesario.

Expuesto así, puede parecer sencillo. Pero como apuntaba al principio, cada técnica, cada evolución, posee matices que la definen y diferencia de las otras. Ya había habido propuestas llevadas a la práctica por Spyker, Jensen o Subaru. Ninguna, sin embargo, logró la eficacia y el calado del quattro de Audi. Quizá porque no era fácil.

La última expresión se ve reflejada en la serie e-tron y, especialme­nte, en el e-tron GT de reciente hornada. Es una berlina deportiva totalmente eléctrica que hereda el ADN del Porsche Taycan. El futuro ya es presente y forma parte también de esa Historia inicial. Aunque, para ser riguroso, el propio Ferdinand ya había imaginado este presente en el LohnerPors­che de 1900. Salvando las distancias, aquel joven visionario intuyó cómo podía ser la tracción total permanente colocando un motor eléctrico en cada rueda. ¡Ah, nunca dejaremos de sorprender­nos! Y que así continúe siendo. mc

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