EN DEFENSA DEL PAPEL
La noticia me llegó durante la segunda semana del mes de febrero, y de inmediato vinieron a mi mente muchos recuerdos, especialmente de cuando durante mi infancia, por algún cumpleaños o similar, mis padres de vez en cuando me llevaban a Libro Motor, mítica tienda de la madrileña zona de Nuevos Ministerios. Acogedora y llena de estanterías repletas de libros y revistas, era el paraíso para un “friki” como yo. Me gustaba pasar un buen rato escudriñando entre todo aquello hasta que me decidía por tal o cual libro. “Si me dejasen, me compraría media tienda”, pensaba yo, y el momento de ir a Libro Motor siempre era para mí un momento esperado.
Así, lleno de nostalgia, al día siguiente de enterarme del cierre del atienda, me dispuse a“despedirme” de ella, y allá que fui. Cuando llegué, el escaparate estaba ya desmontado; lo que se veía del interior estaba ya metido en cajas, e incluso había un gran cartel que avisaba de que la tienda se cerraba definitivamente y se dejaba de atender al público. Sin embargo, ya que había llegado hasta allí, llamé al timbre, por si acaso. Y al instante apareció el dueño del negocio, invitándome a entrar y pidiéndome disculpas por el desorden. Mi intención era haber comprado alguna rara revista extranjera de esas que se amontonaban en las esquinas, pero estaban ya todas empaquetadas, de modo que solo quedaba la zona de los libros “gordos”.
Mientras ojeaba varios, mi interlocutor me fue relatando cómo la situación pandémica les había afectado, de modo que ya casi no vendían nada directamente al público, y no les quedaba otra que cerrar el local y pasarse a las ventas por internet. No podía ocultar su pena, como el mismo dijo: “Tras toda una vida aquí”. Mientras iba haciendo mi selección de libros (animado, además, por una rebaja de última hora en los precios), me preguntaba si es que ya no queda gente a la que le parece más interesante y hasta divertido ir en persona a una tienda y elegir un libro tras haber inspeccionado el contenido de varios, encontrando quizá más cosas interesantes de las esperadas. Libro Motor ya cerró hace tiempo su sede barcelonesa, y con el cese definitivo de la de Madrid, nos quedamos en España sin librerías físicas especializadas en el tema. Así de dura y explicativa es la situación de nuestra afición en este país. Para mí fue una triste despedida, pero tal y como me dijo Dani: “Ya nos iremos viendo en las ferias, a las que no pienso dejar de asistir”. Ojalá y sea pronto.