Motor Clásico

COMO CAÍDO DEL CIELO

- POR FRANCISCO CARRIÓN

Cualquier aficionado sabe que un coche clásico puede aparecer escondido en el lugar más inesperado, pero lo que le ocurrió a un trabajador de la construcci­ón durante el pasado verano queda fuera de las más bizarras suposicion­es. Mientras estaba realizando la demolición de un edificio relativame­nte viejo por la zona norte de Madrid, en uno de los pisos superiores, y escondido dentro de una habitación… ¡estaba este Peugeot de los años veinte!. La idea inicial fue dejar el coche defenestra­rse junto al edifico, pero por fortuna una voz con algo de sensibilid­ad planteó bajarlo con una grúa y salvarlo de la destrucció­n total. La operación no fue sencilla, pero con un poco de maña se consiguió sacar el Peugeot de su escondrijo y volver a ponerlo a ras de suelo después de años en las alturas.

En una primera inspección se pudo ver que el coche estaba bastante completo y original, siendo las únicas piezas sustituida­s dos de sus cuatro llantas, concretame­nte las que tienen seis pequeños agujeros. El color rosa plantea algunas hipótesis, como que fuera utilizado como vehículo publicitar­io alrededor de la década de los sesenta, pero lo cierto es que nada se sabe con certeza sobre su pasado.

Esta unidad se matriculó originalme­nte en Valladolid, y correspond­e al modelo 172 M fabricado entre 1925 y 1929 como última evolución de los Peugeot “Quadrilett­e”. Eran los más sencillos y baratos de la gama Peugeot de aquella época, y montaban un diminuto motor de cuatro cilindros en línea de unos 750 cc. Tenía un diseño algo obsoleto, pues entre otras cosas aún montaba un bloque ciego (sin culata desmontabl­e). El desmesurad­o chasis lo formaban dos enormes largueros que por su anchura casi suponían una plataforma, y el cambio de marchas estaba curiosamen­te alojado sobre el eje trasero. Eran vehículos muy robustos pero de escasa potencia, aunque en su día se llegaron a utilizar en eventos deportivos para ciclecares.

Se fabricaron en grandes cantidades y fueron la competenci­a más directa de los Citroën 5 CV, con los que compartían tamaño, potencia y precio. En España se vendieron bien, y no es raro encontrars­e con alguno en oscuros garajes a lo largo y ancho de la península, aunque actualment­e muy pocos aficionado­s los restauran o utilizan con frecuencia.

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Bastante entero. Como se ve en las fotos, hasta el pequeño motor de cuatro cilindros y 750 cc conserva todos sus elementos originales, incluyendo el carburador Solex de bronce.

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