Motor Clásico

Cuaderno de apuntes

PROTOTIPOS CLAVEAU

- por Fernando Hoyos

Ém i le Claveau f ue u n d iseñador y constructo­r de automóv iles a quien los franceses califican como “concepteur”, ya que ninguna de sus avanzadas creaciones pasó de la fase prototipo. Sus estudios eran más artísticos que técnicos y, tal vez por eso, cuando en 1923, aburrido de los coches habituales de la época, empezó a diseñar su propio automóvil, lo hizo sin prejuicios.

Su primer prototipo, presentado en el Salón de París de 1926, fue el Claveau 7 CV Autobloc; un pequeño dos plazas tipo torpedo monocasco con carrocería de líneas aerodinámi­cas y lados a escuadra, suspensión independie­nte a las cuatro ruedas, servofreno y un motor central de cuatro cilindros opuestos agrupado con la caja de cambios y el diferencia­l en un único bloque. El coche, de sólo 600 Kg, podía alcanzar los 115 km/h a pesar de la escasa potencia de su motor.

Todo ello atrajo la atención del público, pero no así de los inversores y, aunque en su publicidad la marca presenta al 7 CV como un deseable “coche racional”, no se tiene constancia de que se construyer­an más dos unidades, hoy desapareci­das.

Ese fracaso inicial no impidió a Émile Claveau seguir desarrolla­ndo sus ideas para, en el salón parisino de 1927, presentar su 9 CV, que seguía el concepto propuesto por el 7 CV pero de cuatro plazas y carrocería cerrada. Estaba ig ualmente equipado con el bloque motorcambi­o-diferencia­l y suspensión independie­nte. La aerodinámi­ca carrocería en aluminio era autoportan­te e incluía una plataforma inferior en acero para dar rigidez al conjunto.

De este modelo se sabe que al menos se construyer­on dos protot ipos l igera mente d i ferentes (1). A mbos desapareci­eron, aunque sí se conserva la maqueta de un 9 CV más largo para albergar un mayor número de plazas (probableme­nte seis). Si bien volvió a acaparar la atención del público, tampoco interesó a los inversores.

No es sino hasta 1930 que Claveau retor nó con una nueva propuesta. Se trata del 6 CV, de tracción y motor delanteros pero de líneas menos radicales (2). Lo imagina equipado con un motor de cuatro cilindros de 1.125 cc, cuatro tiempos y refrigerad­o por aire; o, alternativ­amente, por un dos cilindros de dos tiempos, igualmente refrigerad­o por aire. Aunque en la publicidad el coche luce un moderno aspecto y es ofrecido en dos versiones, berlina o cabriolet, no pasó de diseño embr iona r io n i ta mpoco obt uvo n i ng ú n respa ldo económico para su puesta en producción.

Durante los siguientes años el interés de Émil Claveau por los automóv iles pareció quedar atenuado hasta que, en 1946, presenta el Descartes. Un prototipo con carrocería autoportan­te de líneas f luidas construida con paneles de aluminio, consiguien­do así ser muy liviano (900 Kg) para un coche de 4,97 metros de longitud. Esa ligereza, su motor de ocho cilindros en V de 2.300 cc con tracción delantera, y su sorprenden­te coeficient­e aerodinámi­co Cx de 0,29 (3), le permitiría­n alcanzar y mantener altas velocidade­s, aún con seis ocupantes.

De nuevo, Émile Claveau no consiguió financiaci­ón para fabricar el Descartes, que fue desguazado mientras él volvía a su retiro. Hasta 1955, cuando presentó su último prototipo, el 5 CV. El coche tenía un tamaño medio y un motor tricilíndr­ico DKW de dos tiempos que luce una carrocería de líneas f luidas que recuerdan al Descartes. Se mostró al público en el Salón de París, pero ya no logró destacar tanto como los anteriores. Ahora bien, al final del salón lo compró un coleccioni­sta francés quien, años más tarde, lo vendió al Tampa Bay Automobile Museum, en Florida, donde actualment­e reside este único Claveau existente.

Émile falleció en 1974 tan discretame­nte como había v iv ido. Sabemos poco de su v ida o de cómo podía costearse la construcci­ón de sus prototipos, pero sí de que se sentía orgulloso de ser un innovador en el mundo del automóvil y así se lo hizo saber en una carta de 1950 a nada menos que Pierre Lefaucheau­x, presidente de Renault, recordándo­le que si bien ambas marcas pertenecía­n a la misma cámara sindical de constructo­res de automóbile­s, Renault lo era por volumen mientras que Claveau lo era por sus creaciones técnicas. mc

(1) Aquí he representa­do al primero de los dos, con carrocería de aluminio sin pintar y sin guardabarr­os.

(2) En este caso Claveau no fue especialme­nte innovador ya que el coche sigue de cerca las líneas del Chenard et Walcker Y8 de 1927.

(3) Los coches en esa época solían tener coeficient­es Cx entre 0,55 y 0,70. Los actuales están en torno a 0,3/0,4.

«A Émile Claveau le sobraron ideas, pero le faltó la financiaci­ón necesaria para llevarlas a la práctica»

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