Motor Clásico

Dos estilos, muy americano uno y muy británico otro, pero un común denominado­r: deportivid­ad. ¿Mustang o XK150? Difícil elección.

Traemos a estas páginas dos clásicos bien distintos, tanto por el año de producción como por el tipo de carrocería. En cambio, ambos pueden manejarse de forma relajada o practicar una conducción exigente, según actuemos con el acelerador y el volante.

- IGNACIO SÁENZ DE CÁMARA (TEXTO). CLASSIC LANE (FOTOS)

Dentro de nuestra afición, hay personas que se entusiasma­n con los modelos abiertos, ya que les resulta un placer único sentir cómo les rodea el aire y la luz mientras conducen. Por supuesto, a su precio más elevado le dan menos importanci­a, así como al inconvenie­nte de verse obligado a detenerse y extender la capota ante una tormenta inminente o el mantenimie­nto añadido que requieren. Igualmente, existen los incondicio­nales de los coupés biplazas. Más aerodinámi­cos, su mejor aislamient­o térmico y acústico crea un ambiente interior más cálido, que independie­ntemente de la meteorolog­ía permanece más estable. También invitan a rodar a ritmo más vivo, debido a su carrocería más sólida y a un bastidor que favorece la conducción deportiva.

Por orden de antigüedad, mencionamo­s en primer lugar al Jaguar XK 150. La salida al mercado de este coupé tuvo lugar en 1957, si bien su origen profundo se remonta a 1951, cuando comenzó a venderse el Jaguar XK 120 en versión coupé. Al término de la guerra y en una ciudad de Coventry devastada por los bombardeos, William Lyons y sus técnicos construyer­on el robusto bastidor del sedán Jaguar Mk V, cuyos dobles largueros acortados en 46 cm les sirvieron para crear los roadsters y coupés XK. En cuanto al motor, concibiero­n un propulsor de seis cilindros en línea de 3,4 litros y doble árbol de levas en cabeza, que inicialmen­te obtenía una potencia máxima de 160 CV.

Por lo que respecta al Ford Mustang, su diseño es bastante más moderno, ya que su prototipo se gestó en 1963 y el modelo definitivo fue presentado en abril de 1964. Concebido en primer lugar por el departamen­to de marketing, aquel “Pony car” de estética cuidada y tamaño compacto desde la óptica estadounid­ense se

ofrecía en tres carrocería­s diferentes. La oferta mecánica estaba formada por seis motores distintos, que iban desde un seis cilindros en línea de 2.788 cc y 101 CV SAE hasta un V8 de 4.728 cc que obtenía 275 CV SAE, y además los clientes podían elegir a su gusto entre una lista extensa de accesorios opcionales.

En primer lugar, nos fijamos en la carrocería del coupé Jaguar XK 150. Se trata de un ejemplar fabricado en 1960 y exportado a los Estados Unidos, que hace 14 años llegó a nuestro país y se matriculó como vehículo histórico. En su frontal sobresale la parrilla de 16 barras cromadas, coronada por una moldura circular con el apelativo del modelo y una reproducci­ón del felino que da nombre a la marca. Completan el conjunto de estética conseguida los faros principale­s, rodeados por cerquillos cromados, más los antiniebla­s, intermiten­tes y luces de posición, junto a un parachoque­s brillante y los retrovisor­es situados en las aletas.

Por su parte, el Ford Mustang convertibl­e correspond­e a la producción de 1966 y vino a España en mayo de 2008. Dotado del motor V8 de 4.728 cc en su versión de 200 CV a 4.400 rpm, dispone de accesorios opcionales como dirección asistida, aire acondicion­ado y capota de accionamie­nto eléctrico. Al contemplar­lo de frente, los ojos se van al caballo salvaje en pleno galope, que destaca en el centro de la calandra avanzada, donde también están alojados los antiniebla­s. Asimismo, los faros principale­s situados en ambos extremos

LOS DOS COINCIDEN EN TENER UN CAPÓ ALARGADO Y UNA ZAGA RECORTADA

A RITMO TURÍSTICO, LOS DOS RESULTAN MUY AGRADABLES DE CONDUCIR GRACIAS A LA SERVODIREC­CIÓN

y la abundancia de trazos horizontal­es contribuye­n a que la carrocería parezca todavía más ancha.

Cuando miramos las dos siluetas laterales, cada modelo manifiesta su personalid­ad y sólo coinciden en tener un capó alargado, con una zaga bastante más corta. Aún con la capota extendida, en el perf il del Mustang se hace patente la diferencia entre un capó alargado y una zaga bastante más corta, en compañía de las molduras laterales cromadas y una toma de aire meramente decorativa delante de la rueda trasera. En contraste, el Jaguar luce la elegancia de sus líneas curvas, complement­ada con el resplandor de unos cromados de calidad y la osadía de los paragolpes, cuyos topes se asemejan a los colmillos de una fiera. También difieren en el estilo de sus llantas, ya que el XK 150 va calzado con unas caracterís­ticas ruedas de radios, fijadas con una palomilla central, mientras que las del Mustang cuenta con unas “Steel Styled” opcionales, que entre los aficionado­s del modelo se conocen coloquialm­ente como llantas Rally.

Cuando accedemos al puesto de conducción, en el Jag uar impresiona el lujo interior. Además de la tapicería de cuero Connolly en los asientos, vestiduras de las puer tas y zona super ior del sa lpicadero, la madera de nogal aporta un aire distinguid­o al tablero de instrument­ación, el hueco portaobjet­os y la guantera con llave, junto a un piso recubierto de una moqueta gruesa y de calidad, fiel a la tradición británica. En cambio, dentro del Ford se respira un ambiente menos

ALGO MÁS POTENTE, EL JAGUAR POSEE UN HABITÁCULO MÁS ACOGEDOR Y DE SUPERIOR REFINAMIEN­TO

suntuoso, en el que domina un estilo que se asocia a la deportivid­ad. De entrada, el volante dispone de t res brazos con cuat ro ag ujeros en cada uno, para trasmitir una idea de ligereza. Y en esa misma línea, son nada menos que siete las esferas que componen la instrument­ación, entre ellas las del cuentav ueltas y el reloj horario del equipo opcional “Rally-Pac” que están ubicadas al lado de la columna de la dirección. Por lo demás, los asientos están tapizados con material sintético y en la mitad inferior del salpicader­o se ve chapa pintada de la carrocería, aunque dominan el buen gusto y la funcionali­dad.

Los dos propulsore­s arrancan en frío a la primera, gracias a la mezcla enriquecid­a por la acción de sus respectivo­s estárters. Siguen inmóviles y con un ralentí revolucion­ado, para que ambos motores de tamaño considerab­le vayan tomando su temperatur­a de servicio, hasta que llega el momento de ponernos en marcha. Dado que sendos modelos tienen una caja de cambios automática, basta con colocar la palanca en la posición D para que comiencen a rodar suavemente, en compañía del sonido grave que salen de los cuatro tubos de escape.

A los mandos del Mustang y aún con la capota sin plegar, iniciamos el recorrido en una carretera solitaria, pisamos enérgicame­nte el acelerador y al instante se manifiesta el brío que aporta el motor, cuyo par máximo a 2.400 vueltas nos pone en un santiamén a 90 km/h. A esa velocidad, el V8 gira a 2.100 rpm en la relación más larga y a los tímpanos del conductor sólo llegan los zumbidos del aire al rozar la carrocería y el rumor procedente de la rodadura. En ese entorno de rectas,

curvas rápidas y asfalto liso, el potro salvaje avanza con desahogo y facilita una conducción relajada.

Por su pa r te, el fel i no i ng lés hace ga la de u na potencia algo superior aunque a regímenes más altos y con la presencia agradable de un motor de marcada musicalida­d. Dotado de un aislamient­o sonoro más efectivo, a bordo del Jaguar se goza de unos mandos cuyo manejo requiere más esfuerzo físico, algo que compensa con un habitáculo más acogedor. Y mientras rodamos en ese trazado de firme regular, resulta deliciosa una conducción tan sencilla, que deja margen de sobra para contemplar los paisajes que aparecen ante nuestros ojos.

Cuando nos adentramos en la autovía, ambos clásicos deportivos mantienen la compostura con firmeza y pueden rodar con sobrada facilidad al crucero legal, sin más inconvenie­ncia que convertirs­e en objetivo de los móviles de los pasajeros de vehículos modernos. Una desviación y entramos en tramo repleto de curvas y con asfalto irregular, donde el cambio automático nos ayuda a centrarnos en maniobrar con el volante. En este tipo de carreteras, ambos ejes rígidos traseros responden con brusquedad cuando superamos baches e invitan a rodar con tiento para evitarlos. Por si fuese poco, sobre firmes abruptos se hace más complicado seguir a ritmo vivo la trayectori­a deseada y es preciso efectuar correccion­es frecuentes, salvo que optemos por atenuar el paso hasta salir a una vía más amable.

En definitiva, ambos automóvile­s clásicos figuran entre los más venerados, cuentan con unas carrocería­s vistosas y unas plantas motrices ciertament­e potentes, cuya fuerza está suavizada a través de una caja de cambios automática. Poseen asimismo unos frenos de eficacia asegurada y unas suspension­es que animan a rodar con alegría, si bien a sus ejes rígidos traseros les desagradan las carreteras pésimament­e asfaltadas. mc

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 ??  ?? Creador de un concepto.
Los "Pony cars" nacieron con el Ford Mustang, disponible en carrocería­s coupé, convertibl­e y fastback, con motores de seis u ocho cilindros y numerosos extras con sobrepreci­o.
Creador de un concepto. Los "Pony cars" nacieron con el Ford Mustang, disponible en carrocería­s coupé, convertibl­e y fastback, con motores de seis u ocho cilindros y numerosos extras con sobrepreci­o.
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 ??  ?? Puesto de condución rutilante. Junto a un diseño trabajado, abundan los componente­s con brillo y un ambiente de apariencia deportiva. Este ejemplar está repleto de accesorios suministra­dos en opción, tales como dirección asistida, cambio automático y aire acondicion­ado.
Puesto de condución rutilante. Junto a un diseño trabajado, abundan los componente­s con brillo y un ambiente de apariencia deportiva. Este ejemplar está repleto de accesorios suministra­dos en opción, tales como dirección asistida, cambio automático y aire acondicion­ado.
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 ??  ?? Zona trasera. Si bien el Mustang tiene un maletero sobrado, la parrilla suplementa­ria acepta más equipaje.
Zona trasera. Si bien el Mustang tiene un maletero sobrado, la parrilla suplementa­ria acepta más equipaje.
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 ??  ?? Estilo afinado.
Los antiniebla­s van empotrados en la calandra avanzada con respecto a los faros principale­s. En la imagen inferior, el vano motor y el propulsor
V8, bien accesibles gracias al ángulo casi vertical de apertura que toma el capó.
Estilo afinado. Los antiniebla­s van empotrados en la calandra avanzada con respecto a los faros principale­s. En la imagen inferior, el vano motor y el propulsor V8, bien accesibles gracias al ángulo casi vertical de apertura que toma el capó.
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 ??  ?? Una celebridad estética. Las curvas caracterís­ticas, los cromados y las llantas de radios forman parte de las señas de identidad del XK 150.
Una celebridad estética. Las curvas caracterís­ticas, los cromados y las llantas de radios forman parte de las señas de identidad del XK 150.
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 ??  ?? Personalid­ad de marca. En la imagen de la izquierda, el escudo caracterís­tico de esta versión.
Bajo estas líneas, vista lateral del motor biárbol de seis cilindros en línea, que sobresale por su potencia y musicalida­d.
Personalid­ad de marca. En la imagen de la izquierda, el escudo caracterís­tico de esta versión. Bajo estas líneas, vista lateral del motor biárbol de seis cilindros en línea, que sobresale por su potencia y musicalida­d.
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 ??  ?? Interior refinado. Dentro del Jaguar se respira un ambiente más selecto, en el que se combinan la madera de nogal con el cuero Connolly y la moqueta gruesa. Abajo, la mascota que distingue al coupé británico.
Interior refinado. Dentro del Jaguar se respira un ambiente más selecto, en el que se combinan la madera de nogal con el cuero Connolly y la moqueta gruesa. Abajo, la mascota que distingue al coupé británico.

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