Range Rover – Mercedes Unimog
Bestias del desierto
Participar en el raid más famoso del mundo es un sueño recurrente para innumerables aficionados al motor. Este era el caso de los componentes del equipo catalán Classics Competició (si bien la mitad de ellos ya tenía experiencia en la prueba) que lo convirtió en realidad embarcándose en la primera edición del Dakar Classic a bordo de sus tres vehículos históricos, dos Range Rover y un Mercedes Unimog.
Érase un grupo de amigos, casi todos veteranos del mundo del motor, con un pasado repleto de carreras, que un día decidieron lanzarse a la aventura de sus vidas, para muchos de ellos: participar en el Dakar.” Así empezaba la nota de prensa que se envió a los medios poco antes de la presentación oficial del equipo, realizada el pasado noviembre en la sede de uno de sus patrocinadores, Aigua de Vilajuïga. “Nuestra meta es finalizar el rally e intentar clasificarnos lo mejor posible”, declaraba Andreu Vidal, alma mater del asunto.
Como explicamos el mes pasado en el ensayo del Mitsubishi Montero de Joan Donatiu y Pere Serrat, el Dakar Classic es una nueva categoría establecida por la organización del raid (ASO) para vehículos fabricados hasta el 2000, que discurre paralelamente a la competición “normal” compartiendo su misma estructura deportiva y logística, pero siguiendo pautas de regularidad encuadrados en dos categorías distintas según la media (H1 y H2).
El equipo estaba formado por gente bregada en el mundo del motor; la mayoría pilotos amateur o semi profesionales en diversas disciplinas del motociclismo (trial, todo terreno, rally, montaña, regularidad) y del automovilismo (karting, circuitos, rallys, raids), incluidos tres campeones y/o subcampeones de España y de Cataluña, y tres mecánicos de larga trayectoria en carreras de off road. Tanta experiencia junta quedaba reflejada en unos números implacables: si las edades de sus ocho miembros sumaban casi medio milenio, la antigüedad de los tres vehículos en conjunto superaba el siglo. Una apuesta de veteranos en todos los sentidos…
La elección de la maquinaria quedó bien clara desde el principio: debían ser modelos no solo homologados como
LOS TRES SUMAN MÁS DE UN SIGLO DE ANTIGÜEDAD
ESTE UNIMOG ES UN VETERANO DEL DAKAR DE 1986
clásicos sino de eficacia suficientemente demostrada en estos menesteres.
Del Range Rover poco hay que decir; junto con el Land Rover, el Mercedes G y el Toyota Land Cruiser, es uno de los grandes todo terreno por excelencia. Abrió camino a un nuevo segmento, el del vehículo capaz de desenvolverse tan bien sobre el asfalto como más allá de él. Seguro, rápido y cómodo, fue el primero con tracción integral permanente, impulsado por un motor que devendría el talismán de la industria británica durante años: el V8 de origen Buick Fireball 215.
El responsable técnico del equipo, Pere Maimí, figura muy respetada en el ámbito del off road (ver recuadro), fue el encargado de buscar y preparar dos ejemplares. El más antiguo era una primera versión de 1980 con motor 3.500 cc de carburación y bastante guerra encima. La base era el coche que utilizó Salvador Cañellas en el Dakar de 1985 complementada y mejorada con elementos procedentes de otras unidades: cuatro carburadores Weber de doble cuerpo en vez del par de Zenith-Stromberg original, válvulas más grandes, cambio de cinco relaciones, doble amortiguación... El chasis fue reforzado en sus puntos esenciales durante la restauración.
El segundo Range Rover, que siguió el mismo proceso de preparación, era algo más moderno (de 1991) y ya disponía de la mecánica de 3.900 cc con alimentación por inyección multipunto, modificada en su programación para incrementarle el rendimiento hasta unos 220 CV. También contaba con la caja de cinco velocidades y la única diferencia con el primero eran los discos de freno de mayor diámetro. Ambos coches fueron dotados de todo lo necesario: barras, baquets, arneses, instrumental de navegación, ruedas de recambio, depósito auxiliar, compresor, etc.
El tercer vehículo actuaría de asistencia rápida de los dos primeros, pero sin dejar de participar en el raid. La elección recayó en el más “todoterrenero” de los camiones: el Mercedes Unimog. El nombre del modelo corresponde al acrónimo de Universal Motor Gerät (aparato motorizado universal) y llegó al mercado en 1948 con una clara vocación agrícola, luego también militar. El U1300L (serie 435) sería el primero dotado de cabina de líneas “cuadradas”; entre 1975 y 1993 se produjeron más de 30.000 unidades entre todas sus versiones y resultó tan exitoso como su predecesor.
Este ejemplar inició su carrera deportiva como camión de asistencia del equipo Honda Italia en el Dakar de 1986. Después de varias carreras, regresó a la vida civil para ser convertido en una autocaravana. Uno de los miembros de Classic Competició, Baldiri Olivé, conocía al preparador y sabía que estaba en venta. Pere Maimí fue a Italia a por él, se lo llevó a su taller, lo desarmó entero y volvió a ponerlo en
“modo carrera”, instalándole además un intercooler para mejorar el rendimiento del turbocompresor de su mecánica 6 cilindros de 5,7 litros. Las suspensiones, que no van con ballestas sino mediante gruesos muelles helicoidales, fue reforzada montando unos topes de goma en estos últimos e instalando dos amortiguadores en cada rueda.
No es raro que sea uno de los modelos más utilizados en la historia del Dakar. Sus condiciones como todo terreno son sobresalientes, con tres o más diferenciales que pueden ser bloqueados para distribuir la entrega de fuerza entre los ejes, y óptima relación entre masa suspendida y no suspendida. Basta echar un vistazo ahí abajo para cerciorarse del ingenioso diseño del chasis: el tubo portante y el diferencial dispuestos más arriba del centro de la rueda facilitan salvar los obstáculos: los ejes pórticos con engranaje reductor en la rueda conceden más altura al suelo; y las uniones pivotantes entre bastidor y carrocería permiten un alto grado de flexión torsional.
A pesar de la considerable carga que debía transportar (3 toneladas de material y recambios, incluyendo un motor completo, un cambio, una caja transfer, dieciséis ruedas…) que lastraba notablemente los 170 CV de su motor turbodiesel, el U1300L del equipo Clàssics Competició hizo un muy buen papel en la prueba, sin dejar de lado su labor asistencial. Salvo por la rotura de unos anclajes de la cabina -que hubo que volver a soldar- y un par de pinchazos casi al final del raid, no tuvo más difcultades. Por su lado, ambos Range se vieron afectados por problemas de fiabilidad del diferencial y de silentblocs del motor, que con mayor o menor fortuna fueron solventandose sobre la marcha.
El mayor contratiempo de tipo no mecánico experimentado por las tres tripulaciones del equipo fue el error de software del dispositivo Blunik, que afectaba aleatoriamente a los cálculos de su pirámide interna impidiendo el correcto seguimiento de la regularidad (el fabricante ha admitido públicamente este problema en su web y ha pedido disculpas a los perjudicados). Superado el desconcierto inicial, tuvieron que volver al sistema clásico a base de roadbook, instrumentación y reloj con cronómetro. mc