Motor Clásico

Descubrimi­entos: Amilcar CGS3…

AMILCAR CGS3

- POR FRANCISCO CARRIÓN

Desde la aparición de la marca en 1921, los pequeños Amilcar causaron furor entre los “sportman” de la época. No tenían ninguna caracterís­tica particular­mente avanzada ni especial, pero estaban bien construido­s, eran fiables, bonitos… y principalm­ente, muy rápidos. Se vendieron en grandes cantidades por toda Europa, y en España gran parte de su éxito se debió a Juan Mauvais, un francés afincado en Madrid que obtuvo la representa­ción en la capital y alrededore­s. Desde un principio inscribió sus coches en numerosas pruebas deportivas, varias veces conducidos por él mismo, y muchas de ellas logrando el triunfo. También supo explotar bien las posibilida­des de la publicidad de la época, y por ejemplo tras venderle una unidad al Rey Alfonso XIII, una fotografía con su hijo el Infante Don Jaime al volante fue reproducid­a en publicacio­nes de todo tipo durante varios años.

Precisamen­te, ese coche que entró a formar parte de las Cocheras Reales era exactament­e igual a la unidad de las fotografía­s… salvando, claro está, las distancias de la originalid­ad. Matriculad­o en La Coruña en 1928, poco o nada se sabe de los primeros años de este bólido rojo, pero lo cierto es que sobrevivió bien a los duros años de contienda y postguerra y en los años 60 fue utilizado en estado prácticame­nte original en algunos rallyes de vehículos veteranos, dotado de unas anchas llantas de chapa estampada que le favorecían más bien poco. Su propietari­o, un aficionado alicantino, le dio un somero lavado de cara que incluyó esta chillona pintura rojiza, unos faros Marchal o esas llantas de radios, algo más apropiadas que las anteriores pero tampoco originales, pues son de un Ford Modelo A.

Para recuperar su aspecto de fábrica, aún haría falta recrear su salpicader­o de origen de aluminio con una llave de luces Ducellier, y principalm­ente, fabricarle una calandra más aerodinámi­ca, pues la que monta es un invento artesanal sin demasiado parecido a la original. Con todo, es un vehículo que merece la pena restaurar, pues sus cotizacion­es se han mantenido increíblem­ente altas en los últimos años, y además es un coche sencillo y que ha conservado intactos la mayoría de componente­s originales, incluyendo la preciosa carrocería de la que toma su denominaci­ón: CGS3, es decir, Gran Sport 3 plazas.

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 ??  ?? Muy buena base. A pesar de algunas modificaci­ones poco afortunada­s llevadas a cabo durante los últimos 50 años, este Amilcar conserva intactos todos sus elementos esenciales.
Muy buena base. A pesar de algunas modificaci­ones poco afortunada­s llevadas a cabo durante los últimos 50 años, este Amilcar conserva intactos todos sus elementos esenciales.

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