Motor Clásico

Sin ambages ni firuletes

- por Andrés Ruiz

En el nº 329, con el título “¿Seguridad…?”, no toqué el tema de hoy al analizar posibles efectos contraprod­ucentes de algunas ayudas a la conducción, pero lo rocé, pues vengo a enjuiciar la utilidad de los estudios de lesiones por colisión efectuados con dummies, esos humanoides respecto a los que sufrí una gran decepción al saber que dummy no es un nombre técnico (como –tonto de mí– creía), sino muñeco en inglés, aunque enseguida colegí que sin duda se los llama así porque “ensayar con dummies” suena mucho más científico y serio que “ensayar con muñecos”. ¡Dónde va a parar!

Tras ese preámbulo, paso al asunto confesando que desde niño, siempre que voy de pasajero en un vehículo, procuro situarme donde tengo buena visibilida­d, para ir atento a la circulació­n y poder “verlas venir”, y que a principio de los 70, en mi etapa universita­ria, cuando en la asignatura Tráfico debatíamos sobre lo ético y lo fidedigno de experiment­ar con los rudimentar­ios dummies de entonces o con alternativ­as humanas (voluntario­s y cadáveres), como buen cabezón que soy si estoy convencido de algo, ya sostenía que los inertes, servir, sirven, pero al carecer de reacciones preventivo­defensivas, sus “lesiones” difieren profundame­nte de las que en idénticos casos sufriría una persona viva alerta.

¿Crees que exagero y que la diferencia no puede llegar a ser invalidant­e…? Pues si quieres constatarl­a con precisión y realismo, prueba este disparate que un día propuse en clase: ve a unos coches de choque con alguien lo bastante imbécil para prestarse al experiment­o, y conduciend­o tú, haced un viaje en condicione­s normales, para que viendo tu modo de afrontar y eludir las colisiones, el imbécil pueda protegerse en consecuenc­ia. Lo normal es que concluya indemne.

Seguidamen­te, mándale cerrar los ojos o ciégale de algún modo (*), preavisa a una ambulancia, y realizad otro viaje: ¡verás “qué juerga”! Seguro que por mucho que tense sus músculos e intente agarrarse, y aunque practiques tu conducción más elusiva, acabará como mínimo con fuertes dolores cervicales y más cardenales que un cónclave. Ah, y eso gracias a que irá precavido, así que imagínate el resultado si se relajase hasta convertirs­e en un bulto inerte: quizá incluso saliera despedido del coche.

Bien, pues si ya compartías mis reservas sobre la utilidad de los dummies, o si aquella propuesta mía te ha hecho ref lexionar, entenderás cuán firme ha sido siempre mi convicción, pero –¡ay de mí!– últimament­e se tambalea: los cada vez más numerosos y tentadores “dispositiv­os para distracció­n de los acompañant­es” permiten a estos ir tan absortos y ajenos a cuanto sucede, que no sólo se reducen a la triste condición de muñecos, sino de peleles, o peor aún, de dummies, pues según he visto, otra de sus traduccion­es es tonto, y a mi entender, se necesita ser tonto para perderse ver la vida y de paso ponerse en peligro… tan tontamente.

Claro que más grave es que ciertas ay udas a la conducción posibilite­n que lo antedicho también sea aplicable a los conductore­s, al menos durante breves episodios. Escalofria­nte, ¿no…? Eso sí: es tristement­e innegable que como consecuenc­ia, la fiabilidad de las lesiones de los dummies está aumentando hasta ser casi absoluta, pero no porque estos –en su evolución– son cada vez más humanos, sino porque los humanos –en nuestra necedad– nos hacemos cada vez más dummies y desaprovec­hamos toda la seguridad potencial que brindan los desarrollo­s derivados de esos ensayos (airbags, sillitas, sistemas de retención, etc).

Por desgracia, noto que cada vez más frecuentem­ente, el progreso humano y el tecnológic­o son antagónico­s. ¡Cosa curiosa! mc

(*) En previsión de que esta burrada se torne reto viral para adrenalíni­cos filorriesg­osos, llamo la atención acerca de que se puede personaliz­ar usando varias formas inocuas de cegado: antifaz, venda, capuchón o incluso bolsa opaca de plástico (que bien ajustada añade el morbo de amagar la asfixia), pero que quemar o saltar los ojos pecaría de excesivo e irreversib­le.

«Conduce un coche de choque acompañado de un imbécil con los ojos cegados: ¡verás “qué juerga”!»

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain