Motor Clásico

A ambos lados de la barrera

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En 1976, después de ganar ininterrum­pidamente cuatro campeonato­s de España de rallyes, Juan José Pérez de Vargas, en calidad de jefe de compet ición de Seat, y Vicente Ag uilkera, como responsabl­e técnico, obtuvieron permiso de la presidenci­a de Seat y el plácet de Fiat para montar un pequeño programa internacio­nal. La excusa era que las pruebas en el extranjero también contaban para el certamen nacional.

El primer paso fue participar en el más conocido de los rallyes, el Montecarlo. Lo hicieron con dos 14301840 16 válv ulas, recienteme­nte pasados de Gr.2 a Gr.4, y los equipos formados por Antonio Zanini-Juan Petisco y Salvador Cañellas-Daniel Ferrater. Allí, pese a algunos buenos cronos, los Seat estuvieron penalizado­s por una obligatori­a elección de neumáticos antes de la carrera: ruedas de clavos y ruedas Racing rayadas. Como resultado, Cañellas se salió a una zanja sin consecuenc­ias, pero tardó una hora en sacar el coche. Zanini también sufrió un percance similar y rompió el radiador. Tuvo suerte de acabar en una modesta décimo segunda posición, detrás de la francesa Michelle Mouton, que conducía un Alpine 1800 Gr.3.

Después de la prueba invernal, comenzó la temporada nacional, en la cual Salva obtuvo un magnífico segundo puesto en el Costa Brava y Antonio se impuso en el Guillerías, antes de dar la campanada y ganar el Firestone por delante del equipo oficial de Ford. Los británicos inscribier­on tres potentes Escort RS 1800, uno de los cuales, el de John Taylor, tenía el potentísim­o motor de inyección de 260 CV.

Tras un Rallye de Fallas en que rompieron ambos Seat, en el Baviera se impuso de nuevo Zanini. Con la llegada del verano comenzó un miniprogra­ma con participac­iones en el Criterium Alpin en Francia, las 24 Horas de Yprés en Bélgica y el Rallye de Polonia, en la Europa del este. En Francia, Cañellas terminó séptimo y, unas semanas después, subía al segundo escalón del podio en Bélgica, tan sólo por detrás de

Walter Röhrl y su Opel Kadett oficial. Zanini terminó cuarto en su primera participac­ión en la prueba belga. Un año anterior yo había participad­o con Cañellas, que logró una fantástica tercera posición, mientras que un servidor y mi copiloto f lamenco nos tuvimos que conformar con acabar octavos después de un pinchazo y perder tiempo.

El siguiente rallye era el más complicado, por los problemas de orden político: Polonia aún estaba tras el Telón de Acero. De entrada, yo como periodista y todos los que se trasladaba­n desde Barcelona tuvimos que sacar un difícil visado. Luego estaba el problema del idioma. Nada más llegar, nos presentaro­n a una traductora muy mona y simpática, pero que a la que había el mínimo problema, se olvidaba del inglés y el francés y sólo hablaba polaco.

Gracias a que Petisco había sido mi copiloto muchas veces y que nos llevábamos muy bien, me enseñó a cambiar los zlot ys (moneda polaca) en el mercado negro, a cuatro veces su valor. La gente compraba cajas de caviar a precio de chorizo, y yo me escapaba en cuanto podía para indagar cómo se vivía en la Polonia comunista. Allí mandaba el general Piotr Jaroszewic­z, cuyo hijo, Andrzej, era curiosamen­te el jefe de competició­n de Fiat-Polska y corría… con un Lancia Stratos.

El rallye estaba hecho a su medida, con tramos muy rápido. Él quería ganar a toda costa. Un día, a la puerta de la discoteca de Wroclav (antigua Breslavia germana), desde donde salía el rallye, casualment­e estaba instalada la policía, que detenía a todos los pilotos extranjero­s (y periodista­s). Eso le sucedió al año siguiente nada menos que a Bernard Darniche, que ganó el rallye pese a haber dormido en comisaria. Como estaba previsto, Andrzej Jaroszewic­z y Ryszard Zyszkowski ganaron el rallye por delante de ZaniniPeti­sco, que terminaron con 25 minutos de ventaja sobre Krzysztof Komornicki, al volante de un Polski Fiat 125 1600 Monte Carlo.

Pese a otro segundo puesto en el rallye de Chipre, Zanini no pudo superar a los Stratos de Bagration y Darniche en el Rallye del RACE. Aún con todo, al final de temporada, el de Villadrau logró un nuevo campeonato de España y el subcampeon­ato de Europa» mc

«En Polonia ganó Andrzej Jaroszewic­z, hijo del general que mandaba en el país, con un Lancia Stratos»

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