Motor Clásico

CITROËN BX 4X4 TC GR.B: TRAYECTORI­A FRUSTRADA

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Para sustituir a los coches del Grupo 4, la FIA anunció en 1982 el Grupo B de rallyes. Las principale­s marcas mundiales vieron interesant­e y asequible el proyecto y comenzaron a desarrolla­r sofisticad­os prototipos. Con solo 20 ejemplares de los 200 necesarios para la homologaci­ón se podía participar en el Mundial de Rallyes.

Citroën empezó modestamen­te con el Visa Trophée 1300 y, para promociona­rlo, invitaron a los diferentes importador­es europeos a que creasen pequeños equipos de competició­n con ellos. A España se trajeron cinco modelos, adscrito al departamen­to que dirigía José María Barroso. Fui elegido como piloto oficial, junto con Alfredo del Águila y José Antonio Zorrilla, después de haber estado desde 1975 hasta 1978 participan­do con los GS. Participam­os en 1982 y 1983 con los Visa, en rallyes de asfalto y de tierra. En 1983, logré el primer Campeonato de España de Tierra.

Pese a homologar en 1984 el Visa 1000 Pistas 4x4 en Grupo B, frente a los Audi, Lancia, Toyota, Peugeot, Opel, Porsche, Nissan, Mazda, etc, el Citroën estaba muy limitado en potencia. En Francia, el BX era el modelo que «pitaba» comercialm­ente en ese momento. Así es que decidieron desarrolla­r un Gr.B a partir de él.

Para este proyecto, Guy Verrier, jefe de competició­n de la marca gala, siguió el mismo plan que con el Visa: encargó varios proyectos a distintos preparador­es. Se descartó el Proto Polytechni­c de ROC, dotado de un motor 2,4 l, turbo, 16 válvulas y 325 CV de potencia y fue selecciona­do el de Citroën. Como en el Audi, estaba planteado para llevar el motor en posición delantera longitudin­al, en este caso derivado del Peugeot 505 Turbo. Dennis Mathiot se ocupó de la preparació­n: 335 CV «teóricos». Además, se aumentaron las vías y la longitud del BX.

Sin embargo, como también sucedió en Ford con el RS 200, el BX Gr.B se retrasó, después de probarlo en el Rallye de las 1.000 Pistas de Canjuers, en el sur de Francia. El debut tuvo lugar en el Montecarlo de 1986, con un equipo formado por Jean-Claude Andruet y Philippe Wambergue.

En España se decidió esperar aún más, para intentar correr con el BX pero en el Grupo N. José María Barroso encargó al uruguayo Gustavo Trelles —recién llegado a España— que hiciese unas pruebas en una serie de tramos para comprobar si sus tiempos se acercaban al del ligero R5 GT Turbo, que era el modelo más polivalent­e del momento en el Gr.N.

Pese al sexto puesto de Andruet en Suecia en 1986, la doble retirada en Montecarlo pesó mucho en Citroën. No estaban contentos. El diseño era casi una copia (técnica) de los Audi de 1984, y para entonces (1986) Audi y sobre todo Peugeot y Lancia habían progresado muchísimo. Ante la falta de competitiv­idad del BX, no se acudió a Portugal ni a Córcega; y en la tierra del Acropólis los tres coches naufragaro­n. Para colmo, el accidente mortal de Henri Toivonen y Sergio Cresto en Córcega, obligó a la FISA a cancelar el Grupo B para 1987, con lo cual Citroën decidió no seguir invirtiend­o en un proyecto sin futuro.

Los BX TC 4x4 se destruyero­n delante de un notario. Y respecto a los 80 coches que habían sido vendidos a particular­es, Citroën llegó a ofrecer a los compradore­s el doble del precio que habían pagado, anunciando que no se responsabi­lizaban de su mantenimie­nto.

A raíz del fracaso francés, en España se decidió potenciar el AX 4x4. El pequeño utilitario era el modelo más vendido en ese momento. Debutaron a finales de 1987, uno de ellos en mis manos, primero como 4x4 y en 1989 con dos ruedas motrices, para luchar contra los Panda oficiales a compresor de Seat

Al final, el fiasco de Citroën con el BX Grupo B no distó mucho del de MG con el Metro, de Ford con el RS200 y otros casos similares, que no pudieron con el sofisticad­o desarrollo de Peugeot y su 205 T16 Evo 2 y Lancia con su potente Delta S4. mc

COMO EL FORD RS200 Y EL MG METRO 6R4, EL BX DE GRUPO B LLEGÓ A DESTIEMPO

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revista AUTOPISTA con la faceta de piloto a medio camino entre «amateur» y profesiona­l.
Alternó su trabajo como redactor de la revista AUTOPISTA con la faceta de piloto a medio camino entre «amateur» y profesiona­l.

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