Motor Clásico

EL BARRIO JUDÍO DE HERVÁS CONSERVA SUS CALLEJUELA­S Y CASAS DE ADOBE

LA CARRETERA SE RETUERCE EN EL PUERTO DE HONDURAS, ENTRE AMBROZ Y EL JERTE

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Al otro lado de la sierra de Gredos que da cobijo a los cerezos, hacia el oeste, delimitado por esta y los montes de Béjar se esconde otro valle, el de Ambroz. Le da nombre uno de los af luentes del Alagón, río secundario del Tajo. La capital de la comarca es Hervás, un pequeño pueblo de poco más de cuatro mil habitantes que durante el siglo XIV fue asentamien­to de una comunidad hebrea. Callejuela­s estrechas y empinadas, calzadas de piedra y casas de madera y adobe conservan todavía el estilo de aquel barrio judío, hoy declarado Conjunto Histórico Artístico. En 1492, a raíz del Edicto de Granada firmado por los Reyes Católicos, algunas de aquellas familias se convirtier­on al cristianis­mo y otras huyeron al vecino Portugal.

A las afueras de Hervás, cruzando el puente de piedra de la Fuente Chiquita, se llega al Museo de la Moto y del Coche Clásico de Juan Gil. Allí llegamos al anochecer con el Seat Ibiza con el que arrancaría­mos al día siguiente en busca de los cerezos en f lor. El diseño rectilíneo de Giorgio Giugiaro contrastab­a con las formas curvas, cilíndrica­s y cónicas de las distintas naves del complejo museístico. «¡No, es estilo Juanesco!», lo define su autor cuando le hacemos referencia a las semejanzas (lejanas) con la arquitectu­ra de Gaudí.

Con las primeras luces del día, dejamos atrás esta localidad y nos adentramos en el puerto de Honduras por la CC-102. Es el puente natural al Jerte. Entre castaños y robles, la carretera serpentea hasta los 1.440 m de altitud, desde donde se pueden ver los dos valles. Zona ideal para practicar el ciclismo de carretera, también lo es para disfrutar del Ibiza 1.5 GLX. Seat Coches Históricos ha hecho un trabajo minucioso de puesta a punto. Se nota en el funcionami­ento fino del motor System Porsche y, sobre todo, en la agilidad que aportan unas suspension­es más firmes y unos buenos neumáticos Pirelli Cinturato P4. La segunda y la tercera son ideales para subir ligero, aprovechan­do en todo lo posible sus 85 caballos.

El descenso, con unas vistas más despejadas, culebrea igual que la subida. Aquí la cuarta acelera el ritmo, aunque hay que echar mano de tercera e incluso segunda para no castigar en exceso los frenos en algunas «paellas» cerradas. Las primeras plantacion­es de cerezos aparecen en las terrazas de la falda montañosa antes de conectar con la carretera Nacional 110.

La suerte nos acompaña y llegamos a punto de ver la f loración, que según venga el año ocurre entre los últimos días de marzo y los primeros de abril. Durante apenas unas semanas, un manto blanco cubre el valle de norte a sur, desde Tornavacas hasta allá de Navaconcej­o. Más tarde, el blanco se tornará verde y por último adquirirá el rojo intenso de la «picota», la variedad de cereza autóctona.

El Jerte regala también al viajero más de 7.200 hectáreas de una reserva natural única: la Garganta de los Infiernos. Moldeado por un prehistóri­co glaciar, el paraje ofrece espectacul­ares senderos, barrancos, saltos y cascadas de agua que circula a través de caprichosa­s formacione­s rocosas de granito y gneis. Bosques de robles se mezclan con fresnos, sauces y abedules junto a los cauces del río Jerte.

Al poco de atravesar Navaconcej­o, giramos a la izquierda por la CC-17.5. Las plantacion­es de cerezos continúan dibujando los márgenes de la carretera hacia Valdastill­as, en la falda occidental de la Sierra de Tormantos, una extensión de la de Gredos. E igual que el puerto de Honduras comunica los valles de Ambroz y del Jerte, Tromantos enlaza el Jerte con la comarca de La Vera.

El camino hacia la tierra del pimentón vuelve a retorcerse por la serranía. De Valdastill­as a Piornal, volvemos a sacar el genio templado que esconde este Ibiza. La CC-17.5 permite mantener un ritmo alegre: buen firme, zonas rápidas y curvas cerradas nos aportan una excelente «sobremesa»

rutera. A uno y otro lado, continúan sucediéndo­se gargantas y cascadas como las de Marta, Caozo o Calderón.

En Piornal enlazamos con la CC-139, en dirección a Jaraíz de la Vera. También se podrían continuar por la anterior CC-17.5, pasando por otro centro histórico como Garganta la Olla.

Según los anales de la conquista de América, Cristóbal Colón trajo semillas de pimiento, procedente de la zona de Perú-Bolivia, en su tercer viaje al Nuevo Mundo, en 1493. El clima extremeño era ideal para su cultivo y así ha sido hasta ahora. El pimentón de La Vera forma parte del patrimonio agrícola de la zona, tiene Denominaci­ón de Origen y es una de sus principale­s riquezas de las cuarenta localidade­s productora­s según el reglamento que lo regula. La carretera EX-203 atraviesa las principale­s, desde Jaraíz hasta Madrigal. La largas rectas alivian el esfuerzo de girar una dirección que ya en su momento se tachó de dura. El motor colocado por delante del eje ayuda poco en este sentido.

Por el c a mi no v a mos c r u z a ndo Ja r a nd i l la, L osa r, Robledillo, Talaveruel­a, Valverde y Villanueva: todas ellas seguidas por el apellido «de La Vera». Pero más allá del pimentón, la zona esconde también historias y rincones pintoresco­s para enriquecer el conocimien­to del viajero. Precisamen­te fueron los monjes Jerónimos del Monasterio de Yuste los que descubrier­on el arte de secar y moler el pimiento para extraer el aromático polvo rojo. Años después, en 1555, el emperador Carlos I de España y V de Alemania escogió esta abadía para su retiro. Allí llegó, procedente de Alemania, por una ruta muy similar a esta. El monasterio está a solo dos kilómetros del pueblo Cuacos de Yuste, entre cuyo patrimonio arquitectó­nico se conserva también la casa de Jeromín, hijo natural del emperador y futuro don Juan de Austria, héroe de la batalla de Lepanto de 1571.

Valles y serranías, f loraciones, rutas de especias e historias de reconquist­as y reyes, el Jerte y La Vera proporcion­an un viaje para descubrir una parte de Extremadur­a y disfrutar conduciend­o un «youngtimer» como el Ibiza de primera generación, un icono popular como antes lo fue el Seisciento­s. Candeleda ya pertenece a tierras abulenses, situada en la ladera sur de la Sierra de Gredos y en pleno valle del Tiétar. Allí, delante de la Casa de las Flores, hogar del Museo del Juguete de Hojalata, ponemos punto y final a este viaje. mc

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 ??  ?? Descubrimi­entos inesperado­s. Juan Gil posee en Hervás una colección de la locomoción muy heterodoxa. En Candeleda, en la Casa de las Flores, encontramo­s el Museo del Juguete de Hojalata.
Descubrimi­entos inesperado­s. Juan Gil posee en Hervás una colección de la locomoción muy heterodoxa. En Candeleda, en la Casa de las Flores, encontramo­s el Museo del Juguete de Hojalata.
 ??  ?? La explosión de la primavera. El deshielo y el sol cambian el paisaje. Los riachuelos, las cascadas y la vegetación cobran vida; incluso, las formas «juanescas» del museo de Hervás.
La explosión de la primavera. El deshielo y el sol cambian el paisaje. Los riachuelos, las cascadas y la vegetación cobran vida; incluso, las formas «juanescas» del museo de Hervás.
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