Renault Clio 16v
Uno de los más recomendables para quien busque el tacto y las reacciones de aquellos pequeños deportivos, sobre todo si antepone estabilidad y agilidad a prestaciones. Aunque normalmente han llevado una vida dura, son coches resistentes y están a buen pre
Después de dedicar un gran trabajo al desarrollo del turbocompresor, para modelos de serie y en competición, Renault lo abandonó a finales de los 80. La alternativa, en el caso de Renault y en otras marcas, fueron motores multiválvula atmosféricos y el tiempo ha mostrado que fue un error. Hoy ya está claro que el turbo, con la inyección directa, es la única alternativa para seguir alargando la vida de los motores de combustión. El Clio 16v era un coche mucho mejor que el 5 GT Turbo en casi todos los sentidos. Pesaba más, pero en gran medida se debía que las exigencias en seguridad pasiva no dejaban otra salida que aumentar la masa. Lo que no tenía el Clio 16v era el carácter rabioso del 5 GT Turbo, que tanto apreciaban algunos de sus usuarios.
Para reemplazar al viejo motor tipo Sierra, Renault utilizó otro motor de la casa, el tipo F. Nunca fue un prodigio de rendimiento en ninguna de sus muchas variantes de cilindrada, con culata de 8 o de 16 válvulas. No destacaba por un buen tacto, prestaciones o consumo. Pero sí es un motor duradero en sí, aunque con algunos posibles inconvenientes debido a elementos auxiliares.
Algunos de los Clio 16v que sobreviven o han corrido o están transformados. Salvo para quienes buscan lo original por encima de todo, no hay razón para rechazarlos. Eso sí, la suspensión originalmente era más bien dura. Los que están rebajados de altura y la tienen aún más dura pueden ser un tormento, salvo para quien lo piense usar principalmente en circuito. En este caso, incluso más que en otros, unos amortiguadores de la mejor calidad, sin ser más duros de lo previsto, tienen un efecto muy positivo en las reacciones del coche.