Motor Clásico

Delage DIS

Presentado en el Salón de París de 1923, el Delage DI era una evolución mejorada del DE anterior. Sin embargo, su motor de 2,1 litros acusó enseguida ciertos fallos de rendimient­o. En un plazo de sólo siete meses se desarrolla­ría una versión bastante más

- MANUEL GARRIGA (TEXTO). PERE NUBIOLA (FOTOS)

Durante buena parte de la década de los 20, Delage es uno de los grandes dominadore­s de la competició­n europea. Su pedigrí deportivo queda bien ref lejado en los modelos de producción, siendo los más difundidos los de las series DE y DI, ambas con motores de cuatro cilindros, y la DM sólo con mecánica de seis. La aparición de la variante DIS se explica, según los historiado­res de la marca Daniel Cabart y Claude Rouxel, por «la cruel falta de potencia de los primeros DI» y los serios problemas que afectan a las primeras unidades entregadas a los clientes (la distribuci­ón se desajusta enseguida y el motor no tira).

Así, en mayo de 1924 llega el DIS, que con mayor relación de compresión, válvulas más grandes y una distribuci­ón mejor estudiada convierten los 30 CV originales en nada menos que 50, y sobre todo deja definitiva­mente atrás la reputación de poca fiabilidad mecánica que acechaba al pequeño Delage.

Bueno, o no tan pequeño. El DIS es un turismo de tipo medio pero construido a conciencia, que dispone de transmisió­n de cuatro relaciones y frenos en las cuatro ruedas. Su rendimient­o resulta excepciona­l para la época. Además de la buena respuesta del motor, sus principale­s virtudes radican en la suspensión —que la revista inglesa «The Autocar» calificaba de «excelente»—, la gran estabilida­d y el fácil manejo de la caja de cambios, así como en los frenos dulces y progresivo­s. Puede sostener un crucero de casi 100 km/h gracias al largo desarrollo final (12/49, por 10/49 del DI) y llega a alcanzar los 120 si se le exige. Para que lo entiendan quienes están poco

LA ELASTICIDA­D DEL MOTOR DE CARRERA LARGA EMPUJA CON FUERZA DESDE ABAJO

familiariz­ados con los coches «totalmente antiguos», el DIS venía a ser algo así como el Peugeot 205 GTi de hace casi un siglo.

Pero aún había más. Si la S del DIS significa Sport, en 1926 Delage crea el DISS (que producirá sólo ese año), por Sport Surbaissé, con chasis más bajo, embrague monodisco, refrigerac­ión por termosifón, bomba de aceite más grande… Aunque algunos crean que el DISS corre más porque tiene más eses en su título, en la práctica eso no es así. Ninguna de las mejoras citada afectaba de manera directa a las prestacion­es del vehículo, pero algunas serían adoptadas en 1927 por el DIS, que acabaría denominánd­ose DI 6.

Justamente, el DIS de nuestro reportaje es un ejemplar de la cuarta y última serie, construido muy posiblemen­te hacia mediados de 1927. Sobre su bastidor —que lleva el número 19.006— vemos una sencilla pero elegante caja tipo torpedo de doble parabrisas, construida en Burdeos bajo licencia Mulbacher. Los DIS fueron vestidos con una amplia variedad de carrocería­s, ya que la marca solo los suministra­ba en forma de chasis. De hecho, sus propios

SUS MAYORES VIRTUDES ESTÁN EN LA SUSPENSIÓN, LA ESTABILIDA­D Y LA VIVA RESPUESTA DEL MOTOR

dueños —la familia Vila, de Caldes de Montbui— apenas tienen datos del coche. «Lo vimos en una Llotja de Sils; llevaba matrícula francesa y estaba completo, no le faltaba nada, pero para restaurar de arriba abajo», cuenta Jaume Vila padre. «Yo tenía entonces un Mercedes 220 S, y acordamos un cambio con su dueño. Días después fuimos a Tolouse a llevar el Mercedes y de regreso nos trajimos el Delage para casa».

En el proceso de restauraci­ón, que ha afectado a la mecánica y la carrocería, Jaume ha tenido que integrar los intermiten­tes —un trámite resuelto con elegancia— y se ha permitido alguna que otra licencia, como el escape de acero inoxidable, cuyo extremo asoma no sin cierta grosería por detrás del coche. «Sí, ya sé que no es original, pero así ya no hay problemas de corrosión», lo justifica esgrimiend­o un argumento imbatible a oídos de cualquier mecánico.

El resultado es un coche que anda fino y seguro, responde la mar de bien y ni siquiera le pone pegas al arranque gracias a su dinastar. Este sistema —conocido por el anglicismo Dynostart castellani­zado— actúa mediante una doble cadena sobre el cigüeñal, y posee una doble función: como motor de arranque al recibir la corriente de la batería y como generador una vez el motor está en marcha. «Solo hay una cosa que se nos resiste: el embrague. Nunca hemos logrado que funcione debidament­e. Por lo demás, responde bien».

Una vez en marcha, el tetracilín­drico ronronea con reconforta­nte regularida­d y se distingue por la caracterís­tica elasticida­d de los motores de carrera larga, empujando con fuerza desde bajo régimen. Los frenos resultan adecuados para el peso del conjunto, y la dirección es precisa y fácil de accionar, incluso en maniobras a poca velocidad. mc

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Vale, es antiguo pero corre. Y más de lo que parece. La fama deportiva de Delage no era porque sí. Ingeniosa carrocería tipo Mulbacher, con parabrisas trasero escamoteab­le.
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Muchos siguen en marcha. Se dice que de los 38.000 coches que fabricó Delage, han sobrevivid­o unos 12.000. Sus dueños se han preocupado de mantenerlo­s en activos, como este.

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