Motor Clásico

UNA JOVEN AMAZONA

MARIE TOURNEUR

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Es la única chica de los cuatro hijos de Vicent Tourneur. Y también la única que ha heredado la afición por los coches clásicos. Marie nació en Francia, pero estudió en la universida­d de Villanueva de la Cañada, en Madrid. Por eso no me sorprendió su dominio del español, casi mejor que el mío después de tantos años. Me cuenta que desde pequeñita solía acompañar a su padre a las carreras. Vicent participa habitualme­nte en citas deportivas con el Porsche 356 Speedster que ha traído a Malta Classic. Y va como un tiro, a pesar de la paraplejia ocasionada hace 16 años por la caída en la rampa de un avión. Eso no le arredró de su pasión por la velocidad y, aquí, ha terminado tercero en el Grand Prix de Mdina.

Marie tampoco lo ha hecho mal. «Lo único que tuvimos que cambiar en este Porche, un 356 C de 1964, fue el asiento, para adaptarlo a mi estatura y a una postura más cómoda», me dice mientras soy yo quien intenta sentarse en el baquet derecho. Me ha invitado a dar una vuelta al circuito urbano de Mdina, en el intermedio entre varias de las mangas clasificat­orias. ¡Cómo va la chica! El sonido agudo del motor bóxer indica que no lo lleva de paseo. Entre foto y foto, tratando de mantener la compostura con tanto vaivén, veo de reojo la aguja del cuentavuel­tas muy cerca de la zona roja y noto que el 356 corre mucho. En alguna curva, hasta tiene que hacer contravola­nte para corregir la trayectori­a. Y ojo que el trazado urbano que ha diseñado la organizaci­ón está delimitado, en algunos puntos, por los bordillos de las aceras, árboles o la muralla que acordona la histórica ciudad de Mdina.

Hace años, harta de ir de acompañant­e de su padre, la joven Marie se hizo con un MGB y lo preparó para competir. «No he podido traerlo aquí porque se averió la caja de cambios en la última carrera. Este se lo he pedido prestado a mi padre, y no quiero ningún susto.» ¡Vaya, esta sí que ha sido una herencia! La familia Tourneur, padre e hija, tanto monta, suele ir a festivales deportivos de este tipo por toda Europa, y casi siempre luchando por las primeras posiciones. Os esperamos en España.

El que parece indiferent­e a los premios es Dav id Stevenson. Mientras el resto se pavonea ante el jurado y los cientos de turistas que inundan la plaza, él no para de revisar su Bugatti T35. Al día siguiente correrá en el «Grand Prix» y no quiere sorpresas.

Y de cierto que no las padecerá. El sábado tienen lugar las sesiones de clasificac­ión para el momento principal del festival. No es una carrera al uso ni tampoco un circuito como tal. Alrededor de la ciudad amurallada se ha delimitado con vallas y balas de paja un trazado auténticam­ente urbano. Luego, el domingo, de acuerdo a los tiempos conseguido­s tendrán lugar carreras en grupos de ocho coches. El podio final lo dictará una fórmula aritmética en la que cuentan el tiempo logrado en las distintas mangas, la cilindrada y la edad del coche. Pero antes habrá que dar espectácul­o. Y quien más y quien menos, una vez puesto el casco, el arnés abrochado y una bandera verde agitándose delante, eso de montar el circo sin más, no entra en su cabeza. Así es que gas a fondo y que adelante quien se atreva y pueda.

Aquí Ian Osborne lo tiene complicado con su Citroën 2CV. Pero igual le sucede al francés Jean Pierre Caszalot (Chevron B16), a Robert Muscat (MGB GT Sebring), a Roberto Gauci (Mini Clubman) y a Gordon Vella (Fiat Abarth 695), por citar algunos. Aunque van rápidos y logran tiempos que así lo demuestran, al final, bien la cilindrada o bien la edad o ambas, les penaliza.

El resultado —oficial— lo marca la calculador­a. Y el podio de cara a la galería queda así: primero, Joseph Huber (Riley TT Sprite, 1934); segundo, David Stevenson (Bugatti T35, 1928) y tercero, Vincent Tourneur (Porsche 356 Speedster, 1954). Paradójico, ¿no?

Pues a la vista de las caras de propios y extraños, ¡no! Malta Classic es, en definitiva, un espectácul­o donde la (relativa) competició­n justifica el fin, pero no es el medio. Localizada en el centro del Mediterrán­eo, entre Italia, Túnez y Libia, el turismo representa el principal soporte económico de Malta y los islotes que configuran el archipiéla­go. Por ella han pasado fenicios, griegos, romanos, vándalos, árabes, normandos y españoles antes de que el Imperio Británico plantase allí su bandera. Todos sacaron tajada, pero también dejaron una riqueza —la UNESCO declaró patrimonio mundial el Hipogeo de Hal Saflieni, La Valletta y otros siete templos megalítico­s— con la que también citas-espectácul­os como esta buscan atraer al viajero. Buena idea, sin duda. mc

GRACIAS A LOS COEFICIENT­ES, EL GANADOR DEL GP FUE UN RILEY DE 1934

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 ??  ?? A fondo. Marie no va de paseo. En el Grand Prix demostró que sabe ir muy rápido con este Porsche 356 C. Arriba, junto a su padre Vincent, en el otro 356, un Speedster.
A fondo. Marie no va de paseo. En el Grand Prix demostró que sabe ir muy rápido con este Porsche 356 C. Arriba, junto a su padre Vincent, en el otro 356, un Speedster.
 ??  ?? Entre balas de paja y la muralla. Uno de los grupos —divididos por categoría y años— del Grand Prix en el circuito urbano de Mdina, con un Turner en primer término, seguido de los Ferrari 308, un Mini Clubman y un Fiat 124.
Entre balas de paja y la muralla. Uno de los grupos —divididos por categoría y años— del Grand Prix en el circuito urbano de Mdina, con un Turner en primer término, seguido de los Ferrari 308, un Mini Clubman y un Fiat 124.
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 ??  ?? Bellezas. La pareja Sullivan nos saludan desde su Triumpht TR3, durante el Concurso de Elegancia. A la izquierda, el Talbot Alpine en el Grand Prix y David Stevenson revisando su Bugatti T35.
Bellezas. La pareja Sullivan nos saludan desde su Triumpht TR3, durante el Concurso de Elegancia. A la izquierda, el Talbot Alpine en el Grand Prix y David Stevenson revisando su Bugatti T35.

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