ROVER Apabulla hasta su parte eléctrica

Quien esto escribe siempre ha dicho que existe un mundo paralelo. El nuevo Range Rover encajaría en él, al menos la versión P510e PHEV SV. ¿Se lo traducimos? Versión corta: casi 210.000 euros para empezar, sin extras. La intermedia: es un híbrido enchufable con 510 CV, batería de 38 kWh (casi la de un utilitario a pilas) y acabado SV, un escalón por encima de lo que pueda entender como un coche de gran lujo. Si las cifras no le impresionan, debería verlo al natural: intimidante porque mide casi cinco metros y es muy ancho y muy alto. Puertas adentro, materiales exquisitos que da pena llegar a ensuciar y una gran pantalla digital bastante eficaz y resolutiva. ¿Espacio? El que quiera, configurable también para cuatro ocupantes con los dos de atrás tratados como reyes. No sale peor parado el conductor: el nuevo chasis, la suspensión neumática y las ruedas traseras directrices logran que esta mole de 2,8 toneladas se mueva con agilidad sobre el asfalto. Por campo, no pudimos probarlo, ni ganas teníamos de romper alguna de sus carísimas cubiertas de 22 pulgadas. Pero el anterior Range Rover, que bien puede ser coche de representación, ya era también una referencia en 4x4 de alta exigencia y el nuevo está mejor dotado. Con un añadido: nos movemos sin apenas ruido (mecánico) gracias a los más de 80 km eléctricos que se sacan sin problemas a la batería, recargable a 50 kWh, algo inusual en un PHEV. La marca habla de 110 km, pero aquella cifra ya basta para la etiqueta CERO, lo que derriba las barreras del centro de la ciudad y, si recargamos con frecuencia, ayuda a dejar el consumo en unos ocho litros. Aunque si es un potencial comprador, dira que no es elegante hablar de ello.