La otra fauna salvaje
No hablamos de algunos conductores, sino del peligro de los atropellos de animales y de cómo han crecido en 2021. Además, salvo pocos casos, el responsable es quien maneja el automóvil. Aunque no tenga la culpa
Hace un par de años, una encuesta del Race a 1.300 conductores lo dejaba negro sobre blanco: nueve de cada 10 entrevistados admitía que, en algún momento, se había encontrado con un animal en la vía. Domésticos, pero en su gran mayoría, salvajes. Y enfrentado, por tanto, a un importante riesgo de accidente.
Hace unos días, el centro de estudios Ponle Freno-Axa de Seguridad Vial confirmaba esa percepción: según las cifras internas de la propia aseguradora, los siniestros con animales se dispararon el pasado año, hasta alcanzar los 6.676 siniestros de todo tipo. Es decir, sin daños personales y con ellos, que son los únicos que recoge la DGT y que, por tanto, son mucho menos numerosos (ver gráfico adjunto).
En concreto, los datos de Axa señalan que el incremento no fue sólo con respecto a 2020, cuando hubo restricciones a la movilidad por la pandemia del coronavirus: el aumento frente a ese año fue del 60,5%, del 39,5% versus 2019 y del 67,7% más si la referencia es 2018.
La mayoría de los siniestros los provocaron las especies cinegéticas (animales de caza) con el jabalí muy destacado del resto (35% del total), seguido por el corzo (uno de cada cuatro casos). En tercer lugar, aparece el perro, con casi un 20%. Y todos los animales, exceptuando la liebre, aumentaron el número de colisiones con vehículos. Las ovejas, por ejemplo, las doblaron.
No todas las carreteras resultan igual de peligrosas, teniendo que prestar especial atención si nos desplazamos por Burgos o las cuatro gallegas. De hecho, esta comunidad es la segunda en la que más incidentes de este tipo se producen, un 17,6% del total, sólo superada por Castilla y León (25% de los casos). En ambas regiones se dan circunstancias muy parecidas: una gran extensión de la red de carreteras y una orografía y terreno especialmente preparado para la vida de los animales salvajes. La tercera comunidad con más siniestralidad es Cataluña (10,6%).
En esta región y en Galicia, la especie con más atropellos en 2021 fue el jabalí, por el corzo en Cataluña. Y en las tres CCAA, el momento del año con más riesgo de encontrar un bicho en la carretera es noviembre. La razón: junto con octubre y diciembre, se corresponden con la época de caza. Si atendemos a los días de la semana, las diferencias son muy pequeñas en el porcentaje de accidentes.
RESPONSABILIDAD.
Además de la presión puntual de las actividades de caza, también influye la que el urbanismo ejerce sobre los hábitats naturales de las especies cinegéticas. Así, cada vez es más habitual ver imágenes de jabalíes –manadas al completo o animales sueltos– a la búsqueda de alimento en el extrarradio de las ciudades.
A eso hay que añadir el cambio legislativo que se produjo a partir del año 2014. Hasta entonces, en caso de una colisión con un jabalí o un ciervo, se endosaba de forma casi automática la responsabilidad del mismo a los titulares de los cotos de caza por los que discurría la carretera. Con una sola excepción, que empezó a operar desde el año 2005: cuando el conductor hubiese cometido una infracción.
El vuelco fue total y la actual ley recoge que cualquier conductor «que sufra un accidente por el atropello de una especie cinegética será responsable de los daños a las personas y los bienes». Esto quiere decir que el seguro siempre cubrirá los perjuicios (físicos o materiales) a terceros, pero no así los propios. De modo que, en un caso extremo y aun no teniendo la culpa,
el conductor se quedaría sin indemnización, sufriese la rotura de un brazo o la boca o resultase un gran lesionado. Y su familia tampoco recibirá dinero si fallece. Como consuelo tonto, nunca se podrá reclamar en estos casos el valor del bicho atropellado.
Para que la culpabilidad recaiga en el titular del coto, es necesario que el siniestro sea consecuencia directa de una batida de caza mayor (no sirven conejos, por ejemplo): o si ocurre en las 12 horas posteriores a aquélla. Mientras que, para endosar la responsabilidad a la Administración titular de la vía, habrá que demostrar fallos en su cerramiento o que no había colocado la señalización adecuada.
La desproporción es tanta que el propio Tribunal Supremo se ha referido a un conductor «desamparado», a la vez que arremetía contra otra consecuencia indeseada que ha traído la nueva ley. Y es que con ella «el patrón de diligencia rigurosa en la conservación de los terrenos acotados.... ha dejado de ser aplicable». Asimismo, ya no se cuida tanto el equilibrio de las poblaciones de estas especies, de modo que hay más animales sueltos.
DOMÉSTICOS.
El panorama es menos sombrío si intervienen perros, gatos, ovejas o vacas. Es decir, animales domésticos o agrícolas.
Aquí hay que estar a la regulación del Código Civil. En su artículo 1.905 señala que «el poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que cause, aunque se le escape o extravíe». Por el hecho de que un animal esté suelto en la vía, su dueño ya será sancionado con 91 euros. Pero puede terminar en penas de cárcel de uno a cuatro años en caso de que se produzcan fallecidos y haya habido negligencia o imprudencia temeraria por su parte.
Como en el caso de las especies cinegéticas, la Administración será culpable de los daños que pueda ocasionar un animal doméstico en una vía de alta capacidad que debería estar correctamente delimitada.
Visto lo anterior, es recomendable contar con una cobertura específica. La mayoría de aseguradoras la ofrecen como una garantía optativa de las pólizas básicas, sin que sea necesario contratar una a todo riesgo. Lo hacen para animales salvajes y para domésticos o de granja. Asimismo, ha habido Cajas de Ahorro ubicadas en zonas castigadas por este fenómeno que han diseñado ex profeso esas pólizas.
GRANDES DAÑOS.
Y es que, según Ponle Freno-Axa, el 4% de estos siniestros causan daños personales, más caros sin son animales cinegéticos, que también rompen más el coche: la factura de reparación se llega a incrementar en casi un 50%.
El destrozo que causan lo puede observar en las imágenes que ilustran este reportaje. Corresponden a una prueba de choque con un jabalí adulto (recreado) que llevó a cabo el Adac, el importante y poderoso club de automovilistas alemán. La réplica del animal, construida en un molde de plástico, fibra de vidrio y gelatina balística sólida, pesaba 160 kilos y medía un metro de largo. Y quedaba totalmente destrozada al ser atropellado por un coche que circulaba a 80 km/h, tras aparecer de imprevisto en la carretera.
Por su antigüedad, el automóvil no contaba con uno de los asistentes de seguridad más habituales en la actualidad y que resulta ideal para este tipo de accidentes. Se trata de la frenada de emergencia, que la Unión Europea obliga a montar en todos los vehículos de nueva homologación desde el 6 de julio de este año; y que deberán llevar desde julio de 2024 todos los de nueva matriculación.
Estos dispositivos son capaces de detener por si solos el automóvil cuando detectan riesgo de choque, evitándolo o minimizando los daños. Inicialmente, solo podían identificar a peatones y ciclistas, pero muchos pueden hacerlo con los animales. Aunque menos frecuentes, también hay cámaras de visión nocturna que, gracias a los sensores infrarrojos, detectan el calor que irradia un cuerpo y emiten una alerta temprana; o directamente accionan el sistema de frenado del vehículo.