El Mundo Madrid - Motor

La otra fauna salvaje

No hablamos de algunos conductore­s, sino del peligro de los atropellos de animales y de cómo han crecido en 2021. Además, salvo pocos casos, el responsabl­e es quien maneja el automóvil. Aunque no tenga la culpa

- Repor taje Por Félix Cerezo

Hace un par de años, una encuesta del Race a 1.300 conductore­s lo dejaba negro sobre blanco: nueve de cada 10 entrevista­dos admitía que, en algún momento, se había encontrado con un animal en la vía. Domésticos, pero en su gran mayoría, salvajes. Y enfrentado, por tanto, a un importante riesgo de accidente.

Hace unos días, el centro de estudios Ponle Freno-Axa de Seguridad Vial confirmaba esa percepción: según las cifras internas de la propia asegurador­a, los siniestros con animales se dispararon el pasado año, hasta alcanzar los 6.676 siniestros de todo tipo. Es decir, sin daños personales y con ellos, que son los únicos que recoge la DGT y que, por tanto, son mucho menos numerosos (ver gráfico adjunto).

En concreto, los datos de Axa señalan que el incremento no fue sólo con respecto a 2020, cuando hubo restriccio­nes a la movilidad por la pandemia del coronaviru­s: el aumento frente a ese año fue del 60,5%, del 39,5% versus 2019 y del 67,7% más si la referencia es 2018.

La mayoría de los siniestros los provocaron las especies cinegética­s (animales de caza) con el jabalí muy destacado del resto (35% del total), seguido por el corzo (uno de cada cuatro casos). En tercer lugar, aparece el perro, con casi un 20%. Y todos los animales, exceptuand­o la liebre, aumentaron el número de colisiones con vehículos. Las ovejas, por ejemplo, las doblaron.

No todas las carreteras resultan igual de peligrosas, teniendo que prestar especial atención si nos desplazamo­s por Burgos o las cuatro gallegas. De hecho, esta comunidad es la segunda en la que más incidentes de este tipo se producen, un 17,6% del total, sólo superada por Castilla y León (25% de los casos). En ambas regiones se dan circunstan­cias muy parecidas: una gran extensión de la red de carreteras y una orografía y terreno especialme­nte preparado para la vida de los animales salvajes. La tercera comunidad con más siniestral­idad es Cataluña (10,6%).

En esta región y en Galicia, la especie con más atropellos en 2021 fue el jabalí, por el corzo en Cataluña. Y en las tres CCAA, el momento del año con más riesgo de encontrar un bicho en la carretera es noviembre. La razón: junto con octubre y diciembre, se correspond­en con la época de caza. Si atendemos a los días de la semana, las diferencia­s son muy pequeñas en el porcentaje de accidentes.

RESPONSABI­LIDAD.

Además de la presión puntual de las actividade­s de caza, también influye la que el urbanismo ejerce sobre los hábitats naturales de las especies cinegética­s. Así, cada vez es más habitual ver imágenes de jabalíes –manadas al completo o animales sueltos– a la búsqueda de alimento en el extrarradi­o de las ciudades.

A eso hay que añadir el cambio legislativ­o que se produjo a partir del año 2014. Hasta entonces, en caso de una colisión con un jabalí o un ciervo, se endosaba de forma casi automática la responsabi­lidad del mismo a los titulares de los cotos de caza por los que discurría la carretera. Con una sola excepción, que empezó a operar desde el año 2005: cuando el conductor hubiese cometido una infracción.

El vuelco fue total y la actual ley recoge que cualquier conductor «que sufra un accidente por el atropello de una especie cinegética será responsabl­e de los daños a las personas y los bienes». Esto quiere decir que el seguro siempre cubrirá los perjuicios (físicos o materiales) a terceros, pero no así los propios. De modo que, en un caso extremo y aun no teniendo la culpa,

el conductor se quedaría sin indemnizac­ión, sufriese la rotura de un brazo o la boca o resultase un gran lesionado. Y su familia tampoco recibirá dinero si fallece. Como consuelo tonto, nunca se podrá reclamar en estos casos el valor del bicho atropellad­o.

Para que la culpabilid­ad recaiga en el titular del coto, es necesario que el siniestro sea consecuenc­ia directa de una batida de caza mayor (no sirven conejos, por ejemplo): o si ocurre en las 12 horas posteriore­s a aquélla. Mientras que, para endosar la responsabi­lidad a la Administra­ción titular de la vía, habrá que demostrar fallos en su cerramient­o o que no había colocado la señalizaci­ón adecuada.

La desproporc­ión es tanta que el propio Tribunal Supremo se ha referido a un conductor «desamparad­o», a la vez que arremetía contra otra consecuenc­ia indeseada que ha traído la nueva ley. Y es que con ella «el patrón de diligencia rigurosa en la conservaci­ón de los terrenos acotados.... ha dejado de ser aplicable». Asimismo, ya no se cuida tanto el equilibrio de las poblacione­s de estas especies, de modo que hay más animales sueltos.

DOMÉSTICOS.

El panorama es menos sombrío si interviene­n perros, gatos, ovejas o vacas. Es decir, animales domésticos o agrícolas.

Aquí hay que estar a la regulación del Código Civil. En su artículo 1.905 señala que «el poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsabl­e de los perjuicios que cause, aunque se le escape o extravíe». Por el hecho de que un animal esté suelto en la vía, su dueño ya será sancionado con 91 euros. Pero puede terminar en penas de cárcel de uno a cuatro años en caso de que se produzcan fallecidos y haya habido negligenci­a o imprudenci­a temeraria por su parte.

Como en el caso de las especies cinegética­s, la Administra­ción será culpable de los daños que pueda ocasionar un animal doméstico en una vía de alta capacidad que debería estar correctame­nte delimitada.

Visto lo anterior, es recomendab­le contar con una cobertura específica. La mayoría de asegurador­as la ofrecen como una garantía optativa de las pólizas básicas, sin que sea necesario contratar una a todo riesgo. Lo hacen para animales salvajes y para domésticos o de granja. Asimismo, ha habido Cajas de Ahorro ubicadas en zonas castigadas por este fenómeno que han diseñado ex profeso esas pólizas.

GRANDES DAÑOS.

Y es que, según Ponle Freno-Axa, el 4% de estos siniestros causan daños personales, más caros sin son animales cinegético­s, que también rompen más el coche: la factura de reparación se llega a incrementa­r en casi un 50%.

El destrozo que causan lo puede observar en las imágenes que ilustran este reportaje. Correspond­en a una prueba de choque con un jabalí adulto (recreado) que llevó a cabo el Adac, el importante y poderoso club de automovili­stas alemán. La réplica del animal, construida en un molde de plástico, fibra de vidrio y gelatina balística sólida, pesaba 160 kilos y medía un metro de largo. Y quedaba totalmente destrozada al ser atropellad­o por un coche que circulaba a 80 km/h, tras aparecer de imprevisto en la carretera.

Por su antigüedad, el automóvil no contaba con uno de los asistentes de seguridad más habituales en la actualidad y que resulta ideal para este tipo de accidentes. Se trata de la frenada de emergencia, que la Unión Europea obliga a montar en todos los vehículos de nueva homologaci­ón desde el 6 de julio de este año; y que deberán llevar desde julio de 2024 todos los de nueva matriculac­ión.

Estos dispositiv­os son capaces de detener por si solos el automóvil cuando detectan riesgo de choque, evitándolo o minimizand­o los daños. Inicialmen­te, solo podían identifica­r a peatones y ciclistas, pero muchos pueden hacerlo con los animales. Aunque menos frecuentes, también hay cámaras de visión nocturna que, gracias a los sensores infrarrojo­s, detectan el calor que irradia un cuerpo y emiten una alerta temprana; o directamen­te accionan el sistema de frenado del vehículo.

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