La Masia no es el Titanic
La próxima semana se cerrará un primer capítulo de las elecciones para la presidencia del Barça. Vamos a ver cuántas de las siete precandidaturas pasan el corte de las 2.534 firmas, porque parecen ser muchas. Será uno de los momentos claves para saber quiénes competirán el sábado día 18 de julio. Como siempre, son unos comicios muy interesantes, democráticos y... curiosos. Uno de los temas principales debería ser el deportivo, pero el primer equipo y su cuerpo técnico no están en los programas de ninguno de los candidatos. Nadie discute la actual colosal plantilla liderada por el genio de Leo Messi ni a su laureado
Luis Enrique, el entrenador reconocido por todos, ratificado y renovado hasta el 2017. Un triplete fantástico, el segundo de la historia de la entidad, ha puesto de acuerdo a todo el barcelonismo. ¡En esto todo va bien!
Otros asuntos sí son lógicamente motivo de discrepancias de modelos diferentes y de posiciones alejadas entre unos y otros. Entre los temas que destacan está la trayectoria reciente de La Masia. Todos hablan de lo que sucede en la Ciutat Esportiva Joan Gamper, con nueve campos, cinco de césped natural y cuatro de artificial. Algunos precandidatos dicen y en algunos foros se comenta que la temporada ha sido un desastre. Que todo ha funcionado mal y que los resultados son los peores desde que se puso en marcha en 1979 en La Masia de Can Planes, y, desde 2011, la actual Masia, Centre de Formació Oriol Tort, en homenaje a uno de los profesionales que con más conocimiento y cariño cuidó de los futbolistas.
La verdad es que la temporada no ha sido la deseada, la que seguramente se merecían los profesionales que dedican su esfuerzo a que todo vaya en la buena dirección. Los números siempre son categóricos. De las 15 ligas que se celebran en Catalunya, el Barça sólo ha ganado 8 esta temporada. Pueden parecer suficientes, pero no para el Barça. Las anteriores campañas fueron mucho mejores. En 2013 se lograron 12 de las 15. 2014 fue casi perfecto; nada menos que 14 de las 15, además de conquistar brillantemente la Champions Juvenil. De eso hace tan sólo un año. Juzgar con excesivo dramatismo una temporada como la actual, sin tener presente la larga y espléndida trayectoria anterior, nos debería hace meditar un poco, aunque es cierto que no se puede repetir que el Juvenil A acabe una Liga como la de este año en cuarta posición y a dieciocho puntos del Espanyol, el campeón. Es incompresible para cualquier seguidor azulgrana.
Pero una vez reconocido que estos meses han sido duros en resultados, no parece justo afirmar que todo haya sido una catástrofe. Los muchos entrenadores y auxiliares que se dedican con profesionalidad y generosidad a ayudar a tantos y tantos jóvenes, no se lo merecen. La Masia no está tan mal.
Por cierto, a la mayoría de los que consideran que La Masia es una catástrofe, el diluvio universal, no les he visto jamás en un partido en la Ciutat Esportiva. Y mucho menos en algún desplazamiento. Yo llevo diez años siguiendo por los campos a los futbolistas que ahora están en el Juvenil A desde que entraron en la Escuela del Barça con seis años, y, la verdad, durante todo este tiempo no he saludado a nadie de los que ahora predican el ‘Apocalipsis Masia’. Que una de las prioridades del nuevo presidente sea mejorar el fútbol base, de acuerdo, pero que deba sacarlo del hundimiento, nada de nada. La Masia no es el Titanic