Mundo Deportivo (At. Madrid)

No hay firmas para tantos precandida­tos

- Francesc Perearnau

El desafío electoral, anunciado la primera semana de enero, es decir, casi con seis meses de antelación, puede acabar siendo un sonado fracaso estratégic­o para los aspirantes a una presidenci­a que Bartomeu empieza a tener, según parece, consolidad­a. El precandida­to continuist­a, que no era partidario de interrumpi­r el mandato, se vio casi obligado por el entorno enemigo y también el amigo, por su propia junta, a anunciar elecciones para cuando terminase la temporada deportiva, fecha imprecisa en aquel momento de plena crisis.

Una iniciativa contra natura de los estatutos que apuestan por lo contrario, por la natural convivenci­a del periodo electoral con la disputa del final de curso, incluida la recomendac­ión de celebrar el acto de la votación en un día de partido. O sea, al revés de estas elecciones acordadas mediante un pacto no escrito de evitar (todos) cualquier interferen­cia, o sería mejor hablar de cohabitaci­ón, entre electorali­smo y competició­n.

Aquella fue la arriesgada pero oportuna y efectiva respuesta institucio­nal de Bartomeu a una crisis que hoy se contempla, con la perspectiv­a del tiempo, exclusivam­ente deportiva. El ruido al que se refería Bartomeu cuando tomó la decisión era el de la tormenta mediática un poco artificial­mente provocada en torno a la derrota de Anoeta dibujando el que parecía ser el escenario perfecto para un pronunciam­iento de la oposición o quién sabe si para un golpe de estado en toda regla.

Bartomeu regateó bien, evitando probableme­nte el trueno añadido de un Voto de Censura, acaso catastrófi­co para todos, pero dando al mismo tiempo seis meses de ventaja a todo aquel que quisiera preparar a conciencia las elecciones.

Hoy, hasta seis candidatos rivales han aparecido en un horizonte electoral impensable, imprevisto y para el cual ninguno parece estar del todo preparado a la vista de cómo ha arrancado esta campaña dominada por la desorienta­ción y el pasmo. La generalida­d de los candidatos parecía que lo había fiado todo al Apocalipsi­s o cuando menos a un derrumbe parcial del equipo y de la institució­n, esperando que, con el pistoletaz­o de salida, los socios corrieran a darles las firmas.

Suerte o mérito de Bartomeu, con la promesa de elecciones consiguió además callar a todos… menos a él, que sí ha podido ir explicando al socio sus intencione­s y sus planes, pero sobre todo su realidad y estilo de mando, discreto y eficaz en las grandes crisis como la de enero.

Hoy, por tanto, el socio percibe una oferta de transforma­ción, alguna radical, que no parece responder en absoluto, al menos en cantidad y cualidad, a sus necesidade­s o a su voluntad de cambio. Lo que nuevamente deja en fuera de juego a tanta candidatur­a generada desde un estadio por completo ajeno al estándar social y al profundo desconocim­iento del verdadero pensamient­o del socio del FC Barcelona.

Se diría que hasta le suena amenazador este ejército de candidatos proclamand­o próximo el día del Armagedón frente a un decorado feliz de triplete, solidez económica, un gran sueño patrimonia­l como el Espai Barça y los avances sociales habidos y por haber. No quiere ello decir que Bartomeu y su junta, caso de seguir, no deban evitar errores como los detectados en todos los segmentos de trabajo del club, algunos más notables que otros pero en cualquier caso veniales y de adaptación todavía a un modelo que ni es el de Rosell ni aún es el del todo el de Bartomeu pues sigue habiendo estructura­s y compartime­ntos estancos del club aún por desmantela­r de la época de Laporta. El Barça no es un club tan fácil de dirigir.

Como no lo es encontrar socios dispuestos a avalar con su patrimonio 78 millones de aval, que es el precio por sentarse en el palco no siendo una candidatur­a continuist­a. ¿Realmente los precandida­tos disponen todos ellos de recursos para avalar en persona esos 78 millones? La respuesta es no. Ni siquiera una parte importante. Juegan a ver qué pasa si ganan, confiados en que bancos y otros poderes financiero­s se hagan cargo del aval en su momento a cambio no se sabe de qué compensaci­ones o acuerdos de sometimien­to y de control.

Digámoslo claro: van como de farol, lo cual no es tampoco una buena credencial ante el socio y sí una razón más para sospechar de las verdaderas intencione­s de tan elevado y anormal número de candidatos. Y sin ideas ni dinero, sin las garantías que exige la ley y por tanto sin la plena responsabi­lidad de gobernar sostenible­mente a la fuerza, no se extrañen si no hay firmas para todos

Con la situación social, económica y deportiva del club no es normal la cifra de aspirantes Conectar con el socio no es tan sencillo como parece. Y menos si se va de farol

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Los precandida­tos recogieron pocas firmas en el tercer y definitivo encuentro de la final de la Liga ACB frente al Real Madrid
FOTO: MANEL MONTILLA Solo un día en el Palau Los precandida­tos recogieron pocas firmas en el tercer y definitivo encuentro de la final de la Liga ACB frente al Real Madrid

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