Sólo el nuevo presidente fichará a Pogba
Si los precandidatos admiten que firmarían al francés, si todos creen que Luis Enrique debe ser el técnico y el míster ha pedido a Pogba, bloquearle sería bueno para todos. No sólo para uno
Si la línea defendida siempre por el Barcelona era que se negaba a “retransmitir las negociaciones” con sus objetivos, lo primero que hay que preguntarse es por qué no tiene ahora el más mínimo inconveniente en airear que mañana se reunirá en Milán con la Juventus para hacer oficial su interés por Paul Pogba. La explicación oficial tiene que ver con el mercado. El Barcelona quiere hacerle ver a la competencia -Madrid, Bayern, PSG y City- que el hecho de atravesar por un proceso electoral ni implica dar la más mínima ventaja a la competencia. Al contrario, lo que quiere es bloquearle y garantizarse su incorporación en junio de 2016. Nunca en enero de ese mismo año. El jugador no quiere.
Con todo, la absoluta permeabilidad en la retransmisión de la jugada puede recordar a la tristemente célebre y ruinosa visita de
Joan Gaspart a Londres para negociar, en verano de 2000, con el Arsenal el traspaso de Overmars y Petit. Un viajecito en el que el expresidente del Barcelona se gastó en una tarde los 10.000 millones que se habían cobrado por el pase de Luis Figo al Madrid. Los ingleses, conociendo la imperiosa necesidad de Gaspart, le esperaban con los brazos abiertos y le hicieron pagar el gusto y las ganas. Esta vez, no pasará lo mismo porque el Barça no viaja a fichar con urgencia ineludible. Va a ver a la Juve para bloquear al jugador. Otra cosa será cuanto le cueste conseguirlo.
En este contexto, queda todavía otra visión del viaje de Albert Soler y Ariedo Braida a Milán. La de los precandidatos que ven en la salida a escena de los ejecutivos un jugada electoral -en favor de Bartomeu- que pueda tener trascendencia decisiva el día de las votaciones. Una interpretación que, en este escenario puede resultar comprensible, pero que si analizamos con frialdad y distancia resulta mucho más lógica de lo que pueda parecer a bote pronto. Veamos.
Lo primero, señalar que esta es una gestión de club que comenzó a fraguarse hace meses, a partir de la petición de los técnicos, y que se paralizó durante la semana de la final de la Champions League. Se entendió, entonces, que éticamente Barça y Juventus no podían negociar club a club por un jugador que iba a disputar la final de Berlín. Las conversaciones se reabrieron inmediatamente después y ya con el Barça en periodo electoral. Un ámbito -con la fecha de la reunión fijada- en el que todos los precandidatos han reconocido la categoría de Pogba hasta el punto de tenerle como máxima y unánime prioridad.
Es razonable pensar que la Junta Gestora no debe autorizar una operación de este nivel. Y también es lógico pensar que la Gestora no puede cruzarse de brazos mientras los clubs de la competencia intentan agilizar el fichaje de Pogba. La gran pieza del mercado. Por tanto, su gestión, sabiendo que Paul es el refuerzo que todos quieren asegurase - incluidos los precandidatos - tiene que ser la que se pretender concretar mañana en Italia. Bloquearle -nunca ficharlepara que decida el presidente electo. Sea quien sea el ganador de las elecciones, si todo va bien, inmediatamente después de su proclamación sabrá lo que pide la Juventus, lo que reclama el jugador y el plazo que tiene para hacer efectiva la cláusula de bloqueo. Suya será la última palabra. Y visto así la gestión de mañana no tiene porque beneficiar a un precandidato. En principio, beneficia a todos los que le quieren - que insistimos le quieren todos - y, lo más importante, beneficia al Barça que se acerca a un jugador que ha pedido Luis Enrique, el entrenador que también quieren todos