Pecado mortal
El Barça de Luis Enrique ha cimentado sus grandes éxitos en la voracidad competitiva, que el entrenador imprimió al equipo, y en una excelente condición física. Dos ingredientes imprescindibles para ejecutar con intensidad y buen posicionamiento las variantes tácticas aportadas por el entrenador.
Pero, últimamente, el equipo se relaja y levanta el pie del acelerador cuando se muestra superior al rival. Esta temporada ha pasado en más de una ocasión. La más reciente en Manchester. Después de 35 minutos primorosos, los azulgrana creyeron que les bastaba con su calidad, bajaron las ganas, encogieron la pierna y se dejaron remontar. En Valencia sucedió algo similar. La primera media hora fue de dominio absoluto que solo se tradujo en un 0-1. Tras el descanso, empanada mental que necesitó una remontada épica. En Vigo pasó algo parecido. Superioridad inicial y después, revolcón. O contra el Atlético. Los partidos duran 90 minutos y la indulgencia se paga cara.
Esa autosuficiencia provoca que se desaprovechen las ocasiones para sentenciar, se abandone la presión postpérdida y el equipo se alargue por la separación entre líneas, lo que provoca un repliegue tardío por el mal posicionamiento. No solo falla la retaguardia, es todo el sistema defensivo. Un fallo en cadena. De ahí, la peor versión de Busquets. Excelente seleccionando cuando saltar a la presión y haciendo de volante en las ayudas defensivas pero si no le acompañan es superado con facilidad. Eso explica también los errores individuales en el pase, que no se deben únicamente a un mal día o que ya no son tan buenos. Cuando reciben el balón bajo presión, los defensas tienen pocas opciones de pase porque sus compañeros están lejos o estáticos. Hay que volver a los triángulos con los interiores y el pivote. Juego de posición pero con movilidad. Se echa de menos a Iniesta y Piqué, especialistas en ‘parar’ los partidos cuando se descontrolan. Los del tridente deben volver a ser los primeros defensas. Si recuperan el esférico en campo contrario o dificultan la salida del adversario, recibirán el balón más cerca de la portería rival, correrán menos hacia atrás y todo el equipo dará un paso adelante a la hora de defender. En fútbol, la relajación es un pecado mortal