La Playlist de Old Trafford
El fútbol abraza el espectáculo como táctica comercial
Mientras Jose Mourinho y Josep Guardiola apuraban los minutos previos del partido de Copa de la Liga que iba a enfrentarles el pasado día 26 de octubre, los altavoces de Old Trafford reproducían Bad Moon Rising ,de Creedence Clearwater Revival.
La pegadiza canción de John Fogerty -I see the bad moon arising / I see trouble on the way…- era una más del #OTPlaylist que el Manchester United elaboró para ese encuentro. Se trata de la lista de canciones que partido a partido llega a través de las redes sociales a los asistentes del legendario estadio y teatro de los sueños ‘red’. El público sabe lo que va a escuchar en cada momento y suele acompañar las letras de las canciones. La lista está elaborada por DJ’s de Manchester. En el caso de aquel partido de Copa de la Liga, que enfrentaba a Mourinho y Guardiola por segunda vez en Inglaterra, la selección de canciones corrió a cargo de Phil Taggart, de Radio 1.
Bad Moon Rising era la canción 19, y cuando sonaba, los jugadores estaban ya a punto de saltar al terreno de juego para realizar sus ejercicios de precalentamiento. La #OTPlaylist incluía una corta lista de otras cinco canciones para acompañar a los futbolistas durante sus ejercicios. Aunque el momento musical estelar de la lista de canciones coincidía con la salida al terreno de juego de ambos equipos. Estaba programado para aquel instante tan especial This is the One de The Stone Roses.
La música crea un buen ambiente en Old Trafford, pero quizá ninguna electriza el ambiente como Glory Glory Man United interpretada por la The World Red Army que suena en el descanso. Es el momento sin duda en el que los espectadores sienten que están en un lugar especial.
Esa noche Mourinho ganó a Guardiola por 1-0. Gol de Mata.
Los expertos en mercadotecnia aseguran que el fútbol, el mayor espectáculo del mundo, está falto precisamente de eso, de espectáculo. Existe la teoría de que un partido de fútbol no tiene el suficiente aliciente para mantener entretenidos a los asistentes a un estadio y que la música, las variedades y el show ayudan además a un mayor consumo. Los americanos son unos maestros en poner en práctica esa teoría con majorettes, cerveza, videos 4K, hot dogs y rock and roll.
Lo cierto es que cada gran club busca la mejor solución para entretener a sus aficionados. En el caso del Man U. es quizá más fácil al tratarse de una afición muy fiel, muy local, a la que un repertorio de música británica y americana le encanta y encaja. En el caso del Barça se trata de una afición en la que el porcentaje de visitantes extranjeros crece partido a partido fruto de la inteligente política del ‘seient lliure’, lo que dificulta conectar simultáneamente en algunos momentos con el socio y el nuevo cliente venido de Asia, África, Europa, América u Oceanía.
El comportamiento del público en las gradas también está cambiando. Los espectadores lucen más camisetas que nunca, graban las jugadas, se hacen selfies e intentan pasarlo bien. El escritor Sergi Pàmies, y no es el único, se incomoda cuando el Camp Nou hace la ola, y algunos socios no entienden y se sienten molestos con la grada de animación del Gol Norte.
El espectáculo puede difuminar la esencia del juego. Las luces multicolores, las bengalas y las chispas desmerecen, a juicio del periodista, la final de un Master de tenis, del mismo modo que lo cohetes que saludan a los All Blacks cuando van a enfrentarse a los Pumas argentinos o los Wallabies australianos están fuera de lugar. Un deporte tan tradicional como el Rugby, donde una haka neozelandesa ya electriza el ambiente ¿necesita otros alicientes artificiales para que el espectador se lo pase bien? Y, ¿Messi?, es que ¿existe un mayor espectáculo que verle en directo?
Hay un debate abierto y pocas soluciones debido a la disparidad cultural. Y en la búsqueda del espectáculo, debería vigilarse no dañar al fútbol
Los grandes clubes europeos buscan nuevas fórmulas para entretener a los aficionados, pero ¿van por el buen camino?