Un beso antes de la batalla
Alonso y Linda no podían esconder sus nervios antes de la prueba
“Las 500 Millas de Indianápolis son algo más que una carrera”. Así lo explicaban los aficionados americanos a MD antes del inicio de la 101ª edición de la Indy500, una prueba por la que más de 350.000 almas se reunieron en el Motor Speedway. Una cita así es el lugar apropiado para los sentimientos, incluso para Alonso, que aseguró a MD hace unos días que pese a la magnitud del evento “no hay espacio para las emociones”. Pero lo dijo antes de vivir la ceremonia inaugural, algo tan especial que le llevó por unos segundos a alejarse de su concentración.
Pensando en la estrategia
El asturiano fue uno de los pilotos más aclamados por los espectadores que llenaban las gradas de la recta principal del templo del motor. Al español se le vio totalmente centrado, pese a la emoción de la ceremonia previa a la carrera. Alternaba intensas charlas con los ingenieros y estrategas de su equipo con parones en silencio para escuchar el himno americano, el ‘God Bless America’ y realizar un homenaje en memoria de los soldados americanos caídos. Las gradas se pusieron en pie, gritando y aplaudiendo con fuerza. Llegaba la hora de subirse al coche.
En ningún momento hubo rastro de las sonrisas que Fernando lucía en las semanas anteriores, y tampoco consiguieron sacársela dos fans que ondeaban una bandera española y otra asturiana justo delante de su posición. El de McLaren estaba fuera de todo aquello y sólo se le vio abstraerse de su concentración cuando saludó a su novia Linda Morselli antes de subirse a al coche.
Fernando besó de forma emotiva a Linda, que estaba algo más nerviosa que su pareja en la ceremonia. Pero al besar a Alonso, se dio cuenta que debía hacer algo más, y antes de que el asturiano se colocara el casco, enfatizó su cara de preocupación por la peligrosidad del óvalo y abrazó de forma muy especial al español, como si no quisiera soltarle. El piloto se despidió entonces de sus fisios antes de entrar en el cockpit. El óvalo le esperaba, tenía un sueño por cumplir. Lo tuvo cerca, muy cerca, y fue bonito mientras duró, pero de nuevo el maldito motor Honda dijo basta a 21 vueltas del final
El asturiano, uno de los más aclamados por los 350.000 espectadores