Valverde juega al ajedrez
Luis Enrique era un corredor de fondo. Ernesto, frío y calculador, prefiere el tablero
Miguel Ruiz, el privilegiado fotógrafo oficial del equipo, notario del mejor Barça de todos los tiempos, inmortalizó a Alba, Rakitic, Digne y Umtiti jugando al parchís en el vuelo entre El Prat y Atenas. Es la distracción preferida de parte de los jugadores, en aviones y autocares. En la partida faltaba un Sergio Busquets que, me aseguran, es el rey del parchís. En cambio, el tablero que más le gusta al entrenador, ya desde sus tiempos de jugador, es del ajedrez. Hay menos azar que en el parchís y mucho más cálculo. El talante de Valverde, ante los diecisiete encuentros disputados tras la Supercopa de España, ha sido siempre un movimiento de piezas muy pensado. La forma de atacar la portería rival ha dependido, en muy buena medida, de la forma de mover sus piezas. Siempre, eso sí, teniendo en cuenta la mejor forma de matar al rey es hacerlo lentamente y que, tan importante como tumbar al rival, es proteger el propio cetro. Atacar y defender forma parte del mismo juego y de la misma estrategia. Valverde parece ser un ajedrecista que quiere sus piezas muy juntas, acotando riesgos. A la hora de sentarse a plantear una partida, sea cual sea el rival, el entrenador ha tenido en cuenta que ya no tenía un dos alfiles como Neymar o
Dembélé ,niun Coutinho que le habría dado muchas más opciones de ataque y desequilibrio desde la izquierda. En las alineaciones, pues, Valverde ya ha dado pistas de su conocimiento del juego y del tablero. En San Mamés acumula hombres altos para saltar con las dos torres, Aduriz o Raúl García. En el centro del campo, tiene tantos peones que los mueve a conveniencia para que nadie se sienta imprescindible y nadie se duerma en los laureles. André Gomes ha tenido sólo tres titularidades, siempre lejos del Camp Nou dónde se le silba preventiva e injustamente. Paulinho entra mejor como revulsivo que de inicio. Denis Suárez se ha movido por ambos lados, aunque parece contar menos que los demás. Rakitic, más como doble pivote, e Iniesta más cerca de Busquets, parecen haber dado consistencia a la estratagema planteada por Valverde. Y, ahí, cruzando el tablero, por dentro o por fuera, como la reina con libertad de movimientos, está un
Sergi Roberto que sigue sorprendiendo a los contrincantes. Lástima que se rompiese ayer. Todos los movimientos de Valverde parecen tener un objetivo: que
Messi esté a gusto para cantar el jaque al rey cuando quiera.
Las aficiones de los entrenadores dan algunas pistas sobre la forma de preparar los encuentros, de enfrentarse al rival y de encauzar la temporada. Hemos pasado de un corredor de fondo, de un luchador como Luis Enrique que no se rendía aunque tuviese los pies llagados, al frío calculador de ajedrez como Valverde. A dos personalidades distintas, dos formas distintas de entender el fútbol y de ejecutar, con matices, el juego propio del Barça.
No nos fue mal con Luis Enrique. Por ahora, los resultados de Valverde son magníficos. Esto es muy largo. Se ha disputado, tan sólo, un tercio de las partidas de la temporada