Reencuentro Bartomeu-Vilarrubí
El desayuno, celebrado en el nuevo restaurante Be So del renovado Hotel Sofia, tenía otro aliciente desde el punto de vista barcelonista. Era la primera vez que se reencontraban Josep Maria Bartomeu y Carles Vilarrubí desde el 1 de octubre, el día que el hasta entonces vicepresidente del área institucional presentó la dimisión al considerar que la junta había tomado la decisión de no jugar ante Las Palmas, el día que la fuerzas de seguridad del estado cargaron contra los ciudadanos que protegían las urnas del referéndum. Ese día, Vilarrubí fue consecuente con sus ideas y fue consciente, también, que abandonaba la junta en el día más difícil del mandato de Bartomeu. Se comprometió, por ello, a no hacer ruido desde fuera. Y así se ha mantenido. ¿El desayuno de ayer fue, pues, un acto de reconciliación o acercamiento? No lo pareció. El compromiso de Bartomeu con la Academia de Gastronomia que preside Vilarrubí era previo a esa dimisión del primer día de octubre. Hace unas semanas, Vilarrubí llamó a Bartomeu para saber si mantenían la cita agendada para la mañana del 20-N. “Ningún problema”, respondió el presidente del Barça y, así, la hora y media que estuvieron ayer codo con codo fue un reencuentro correcto, educado y cordial a ojos de los cuarenta comensales. Sin más. Bartomeu, en la mesa presidencial, se sentó entre Vilarrubí y Juan Antonio Alcaraz, director general de Caixabank. En su mesa también estaba Beto Agustí, presidente del Tenis Barcelona, Jordi Mestre, propietario del hotel y vicepresidente deportivo del Barça, y Josep Maria Sanclimens. Es imposible encontrar un lugar selecto de Barcelona donde se mezcle gastronomía y conversación sin que Sanclimens no esté dando turnos de palabra. Fue él mismo quien hizo la pregunta más dura: “¿Comparte que en Barcelona hay la impresión general que el Barça tiene un buen presidente pero una junta directiva muy justita?” Bartomeu defendió a los suyos contando que el modelo que intenta aplicar es que la junta toma las decisiones y marca las estrategias e intentan que el poder de la gestión la tengan los ejecutivos. A las diez en punto, tras café y croissant, todos a trabajar. Un desayuno sin desgaste. El presidente del Barça, ayer, jugaba en casa