Si me lo dicen en agosto
El paréntesis navideño es ideal para rebobinar y visualizar lo que viene. Puede parecer una contradicción, pero el Barça ha hecho lo más difícil y lo más difícil está por hacer. Cuatro meses después de naufragar en la Supercopa, el equipo ha revertido la situación sin perder un sólo partido, mutando el ánimo del entorno del abatimiento al entusiasmo, paso previo a la euforia. Un viaje alucinante que va del 2-0 del 16-A al 0-3 del 23-D en el Bernabéu. ¿Cuántas veces habremos dicho en estas fiestas aquello de “si me lo dicen en agosto, no me lo creo...”? El Barça traumatizado y desorientado de los primeros días postNeymar se ha transformado en un Barça sólido y eficaz, brillante a ratos, con Messi ejerciendo de líder jugando de todocampista. El mérito del Txingurri es mayúsculo.
Valverde ha conseguido que el barco vuele con el viento en contra. Ha llevado con inteligencia el timón y los marineros que ocupan puestos clave han respondido.
Ter Stegen, Umtiti y Alba están en el mejor momento de su vida; Iniesta juega horas exquisitas; Sergi Roberto sigue de dulce, juegue donde juegue; y Messi hace de Messi. El equipo se ha impuesto a la prematura lesión de Dembélé, a la falsa crisis de Luis Suárez , al caprichoso destino de Mascherano e, incluso, a la tristeza de André Gomes. Sin grandes alardes, los números son extraordinarios.
Nada de lo sembrado tiene sentido si no se recogen los frutos. La Liga está encarrilada, pero el termómetro real de la ilusión es la Champions League, una competición donde, según Pep Guardiola, el favorito es el Barça. Si lo dice en agosto, no se lo cree ni él.
¡Feliz 2018!