Mundo Deportivo (At. Madrid)

Griezmann reclamó un penalti en una caída con Oier pero vio amarilla

- Chema G. Fuente Madrid

El Atlético de Madrid se presentó, como en tantas ocasiones en estos últimos tiempos, con lo puesto. Un día festivo, de reivindica­ción rojiblanca para las generacion­es futuras y en el que los de Simeone sacaron el partido a delante sin demasiados problemas. Un día más en la oficina que diría aquel, eso sí, acompañado­s de los hijos para los papás y mamás colchonera­s. El Atlético ofreció esa imagen de martillo pilón diríamos, que deja en algunas ocasiones, esa con algo de margen a los fuegos de artificio pero con lo suficiente como para que el que fuese se marchase contento por el triunfo, que al fin y al acabo es de lo que va esto. Golazos de Correa, Griezmann y Torres para finiquitar a su rival. Con estos tres puntos,el Atlético de Simeone se asegura matemática­mente la Champions por sexta temporada consecutiv­a. Se dice pronto y fácil pero no es sino la constataci­ón de que la irrupción del Cholo es lo mejor que le ha pasado a este equipo en las últimas décadas. En España sólo lo pueden decir el Real Madrid y el FC Barcelona. Poca broma.

En una primera parte poco lucida, el equipo colchonero se adelantó en una jugada puntual, en una buena combinació­n entre Vitolo y Ángel Correa. El argentino tiró de sus raices, gambeteó, amagó para buscarse espacio en el centro del área y cruzar el balón por debajo de las piernas de un defensor, imposible para Oier. Angelito fue de lo más potable en la primera mitad. Antes de dar con la tecla ya lo había intentado en otra buena acción en la que un jugador visitante había evitado que el balón enfilase la portería levantilis­ta. No fue en esa sino en la posterior, a la media hora de juego cuando el equipo rojiblanco.

La jugada más polémica de la primera mitad fue una escapada de Griezmann al área rival. El francés se marchó como una auténtico cohete pero al llegar al área se adelantó demasiado el balón, de tal forma que no pudo disparar sino intentar driblar a Oier. El meta levantinis­ta le tocó, pero el galo estaba por la labor... Dudoso en cualquier caso. Se podría haber pitado. Para Gil Manzano no lo fue y además amonestó al galo por entender que se había tirado. Alguno comentaba con sorna en la grada que de ser en el minuto 93 en el Bernabéu y en Champions, quizás sí que habría sido.

Por si había pocas dudas de quién era el partido del Metropolit­ano, el equipo colchonero puso más tierra de por medio nada más comenzar la segunda mitad. Una jugada como las mil que ha ensayado el equipo rojiblanco, la que mejor se le da. Una apertura a la banda para que el lateral, en este caso Vrsaljko, aparezca y de primeras, sin tener que controlar, la pusiese en el corazón

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