33 años sin el creador, Thierry Sabine
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MOTOR
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Sabe que el qatarí Al-Attiyah tiene más de medio Dakar en el bolsillo, pero Stéphane Peterhansel no va a dar su brazo a torcer tan fácilmente, tal como demostró en la etapa de ayer, de 323 kilómetros con inicio y final en la localidad costera de San Juan de Marcona (Perú), y en la que el francés de Mini logró la que era su victoria 76 en todas sus participaciones en la carrera. Un triunfo que le sirve para recuperar la segunda plaza de la general, en detrimento de un Sébastien Loeb a quien su Peugeot llevó por el camino de la amargura. El nueve veces campeón del mundo de rallys vio como su coche se detenía hasta en un par de ocasiones por unos fallos eléctricos, perdiendo casi media hora y casi descartándose para luchar por la victoria final. Una suerte a la que Carlos Sainz hace días que no juega.
Sainz, en modo guardaespaldas
En teoría, su situación daría para pensar que goza de libertad para buscar una victoria de etapa que le alegre un poco la carrera, pero el
Si el Dakar en coches no presenta muchos alicientes, salvo sorpresa mayúscula, el Dakar siempre es el Dakar, de cara a la victoria final, en motos la carrera está muy emocionante. Y prueba de estas palabras es lo sucedido ayer. El chileno Quintanilla empezaba el día líder, con algo más de cuatro minutos sobre el californiano campeón de la prueba de 2018 ya dejó entrever que uno de sus principales cometidos será el de cuidar las espaldas a Peterhansel. “Nos hemos situado tras él para escoltarlo hasta el final por si le pasaba algo”. Sainz tuvo en las dunas de Tanaka una gran actuación, acabando en tercer lugar por detrás de un Nani
Ricky Brabec, y acabó la jornada viendo como el ex piloto de BMX le arrebataba el liderato y viendo como hasta cuatro pilotos más se situaban por delante de él. Quintanilla pagó el tener que abrir ruta aunque no tira la toalla y mantiene intacta su esperanza de ganar su primer Dakar. De hecho, los cinco primeros clasificados están separados por menos de diez minutos; Roma que vuelve al podio, en un Dakar que para muchos se ha convertido en un ascensor. Unos días se acercan a la gloria y al día siguiente ven como ésta se les escapa, y en esta tesitura pocos son más constantes que el de Folgueroles. “Vamos siguiendo nuestro ‘planning’ y estamos contentos”, y advierte que “ahora tenemos que ser consistentes y no cometer errores”.
Mientras, Nasser Al-Attiyah, que tuvo que abrir pista tras los problemas de Loeb, puso el piloto automático y se dedicó a navegar con criterio por el mar de dunas. El qatarí cedió ayer ocho minutos, pero tiene casi media hora de margen respecto a un Peterhansel que no se va a rendir y que sabe que cuenta con Carlos Sainz. Peor le fueron las cosas a Gerard Farrés. Ayer se acostaba líder de los SXS, pero se quedó casi una hora enganchado en la arena y cae hasta la cuarta plaza de la general
aunque el californiano Brabec, en su cuarto Dakar, busca salir por la puerta grande Perú. Proveniente del BMX creció rodeado de motos y llegó al Dakar asegurando que “he aprendido de mis últimos años. Ahora ya sé qué hacer”. Hasta el momento, lo está bordando.
En clave española, Oriol Mena es el 13º, Armand Monleón el 15º y Laia Sanz la 16º Puede que muchos de los jóvenes, de los nuevos aficionados al Dakar, desconozcan que detrás de esta prueba offroad referente, considerada la más dura del mundo y que es capaz de apasionar tanto a los amantes del motor como a los que no lo son tanto, se encontraba la figura de Thierry Sabine, su creador. La historia cuenta que en 1978, mientras competía con su Yamaha XT 500 en el rally Costa de Marfil-Costa Azul se perdió en una etapa y estuvo dos días solo en el desierto del Teneré. Fue rescatado por miembros de la organización y dos años más tarde nacía el primer Dakar. Él estuvo al frente del mismo hasta que el 14 de enero de 1986, cerca de Mali, el helicóptero en el que viajaba, producto de una tormenta de arena, se estrellara contra una duna y perdiera la vida. Perdía el Dakar a su creador, a su padre, pero con el paso de los años la carrera supo reinventarse y prueba de ello son los años que lleva celebrándose lejos de África, aunque también hay quien critica que el Dakar actual no se parece en nada al que ideó Sabine y de ahí que se decanten por el Africa Eco Race. Ayer se cumplieron 33 años de tan fatídico día