Costa, tremendo, fue clave para ‘romper’ a los italianos al inicio del encuentro
Diego Simeone había pedido a la afición una noche memorable, y ésta respondió. Un ambientazo como en pocos estadios en Europa. Una noche para colocar piedras en ese muro de intimidación que era el Vicente Calderón. El Cholo había solicitado a los suyos la mejor versión. Y los suyos respondieron. Un Atlético serio, un equipo como el que temporadas atrás sembraba miedo en Europa y se quitaba de en medio, a base de coraje, corazón y juego, a equipos como Bayern, Milan, Barça... Una de las mejores imágenes de la temporada para qué engañarse, ante un rival potente y con un abanico de recursos como pocos.
Una imagen que se ha echado de menos en muchos partidos este año, especialmente en los de LaLiga. O en el de Brujas, donde al Atlético le faltó espíritu para no meterse en este marrón de eliminatoria a doble partido contra la Juventus. En cualquier caso, una prueba de que este equipo rojiblanco es mucho más que lo visto en Vallecas o en otros partidos horribles. Y no se trata de jugar bonito, sencillamente de jugar bien, con intensidad, con alma, con fe, pero también con fútbol, con sentido, con criterio. ¡Cómo se jugó ante el campeón italiano! El esfuerzo y la fe de los rojiblancos es el mármol con el que se cincelan los sueños eternos de la Champions.
Espectacular el Atlético de las mejores noches, en un partido mágico, con un ambiente feroz. Un ejercicio de fe que demuestra que el equipo rojiblanco venderá cara la final del Wanda Metropolitano, la suya. El sueño de la Champions Griezmann dejaba a Costa en carrera con Bonucci, le ganaba en carrera y se plantaba solo ante Szczesny, pero tan justo de fuerzas que la pegaba mordida. Acto seguido el propio Griezmann le hacía una vaselina a Szczesny, que tocaba el balón lo justo para que se desviase y diese en el larguero.
Los mejores momentos del Atlético, que percutía y percutía. Y llegó. Giménez, en un saque de corner, rebañaba el balón a ras de césped, cuando el esférico había caído delante de él, para poner el 1-0 que hacía justicia. Esta vez no hubo VAR que valiese y no será porque la Juventus no lo intentó. Estaba noqueado el cuadro italiano y el Atlético daba un nuevo zarpazo. Jugada de nuevo a balón parado, una serie de rechazos y Godín, sin apenas ángulo la pegaba con la derecha. Un 2-0 épico