Jordan, más que un fenómeno
Poco queda por decir sobre la serie documental de diez capítulos que ha triunfado mundialmente en Netflix durante el confinamiento. “The last dance” es un producto audiovisual de primera calidad sobre el que podría ser uno de los mejores deportistas de equipo de todos los tiempos. Pero la grandeza de Jordan no sólo queda reflejada por sus continuas gestas en las pistas, por su ambición por ganar y por su peculiar forma de estimular a sus propios compañeros, sino porqué permite que en la película de su vida no todo sean parabienes. El masaje no es constante durante las diez horas de película y tampoco se esconden algunos de los episodios más oscuros de su carrera. Es decir, ¿se imaginan el documental sobre Cristiano Ronaldo o sobre Sergio Ramos o sobre cualquier estrella del Barça hecha con el mismo criterio? Me cuesta imaginar que sus asesores, sus entornos, o sus egos, permitiesen una película, con sombras y críticas, como la que se ha producido Michael Jordan. Por eso entiendo que la estrella de los Bulls está tan por encima del bien y del mal, porque si su imagen recibe algún rasguño a lo largo de los diez capítulos, le importa muy poco. Él seguirá estando en el trono y le traerá sin cuidado lo que digan o lo que piensen de él. Por eso fue el número 1 y ahora, tantos años después de su retirada, nos los recuerda
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