Adiós con el corazón
na cruel enfermedad se ha llevado a los 75 años a
la mano derecha y un segundo padre del doble campeón del Masters de Augusta con quien tuvo una larga relación comercial basada en la amistad, lealtad y familiaridad durante 40 años. Sergio fue en todo ese período la coraza perfecta para que el golfista de Hondarribia se dedicara en cuerpo y alma, y sin más distracciones que las justas, a lo que mejor sabía hacer en su vida: jugar al golf como los ángeles y competir como nadie. Con Sergio, de aspecto quizá huraño pero con un gran corazón y sentido del humor, tuve una relación fluida, correcta y franca, aunque a veces difícil por el rol de mánager que debía cumplir.
Sergio Gómez, Txema Olazábal,
aro era el torneo en que el no iba en su búsqueda para tener una conversación de la que siempre conseguía algo interesante, bien debajo del enorme roble frente a la casaclub en el Augusta National, bien por fuera de las cuerdas siguiendo a Txema en los links del British Open, bien en una cena con el Tour Europeo o bien simplemente tomando un café en la terraza del club que acogía ese año el Open de España o el Volvo Masters. Sergio y Txema tenían mucho aprecio a esta casa y esos años de relación profesional construida en los torneos en los que coincidíamos se tradujo en la visita que el campeón guipuzcoano hizo a la redacción de la calle Tallers tras enfundarse su segunda chaqueta verde, en abril de 1999. Ese año no hubo en las centrales de MD fotos de la celebración del enorme triunfo en el Masters, como sí las hubo y publicamos cinco años antes, bromas incluidas de su íntimo, el inolvidable
Sergio nos ‘castigó’ por la doble página del 94, que no esperaba pero que le gustó muchísimo. A él y a Txema, por supuesto, tan celoso de su intimidad
Seve Ballesteros.
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