Sin entender nada, casi ganó un doblete
n Perdió Liga y Copa en el último partido y recibió críticas incluso tras ganar 0-4 al Rayo
Gerardo Martino aterrizó en el Barça en julio de 2013, con el equipo ya haciendo la pretemporada. La recaída de Tito Vilanova obligó al club a reaccionar de inmediato y con los entrenadores ya comprometidos con sus clubs -Luis Enrique, que acabaría sustituyendo al argentino, no podía dejar tirado al
Celta- Rosell, entonces presidente del Barça, apostó por el Tata Martino, al que conocía de su etapa en la selección de Paraguay, y que por entonces estaba disponible.
Martino tuvo que luchar contra viento y marea. No solo le tocó gestionar una situación dificilísima en lo anímico dentro del vestuario -Tito moriría en abril-, sino también fuera de él.
Pese a que el Barça inició la temporada ganando la Supercopa de España ante el Atlético y firmó el mejor inicio de la historia del Barça, con ocho victorias en las ocho primeras jornadas, con 28 goles a favor y sólo 6 en contra, Martino fue acusado de buscar más la verticalidad para explotar la velocidad de Neymar, que de apostar por el toque del balón, santo y seña del club desde la época del ‘Dream Team’ y que llegó a su máxima expresión con Guardiola y Tito.