Mundo Deportivo (At. Madrid)

Ocampos, con un tanto y otra asistencia, decidió un partido con hasta 10 cambios

- Pablo Planas El Sevilla grita sus goles sin el calor de la afición Primera victoria de local en un campo sin espectador­es en LaLiga

Volvió el fútbol. Eso es así. El derbi tuvo intensidad y la pasión sobre el césped, aunque faltó la de la grada. Pero lo que viene a ser en el juego, se vio a jugadores de Sevilla y Betis correr todos los metros.

Más parecido a un partido de pretempora­da en el que hay puntos en juego, el Sevilla fue mejor que el Betis y se llevó el derbi por juego, insistenci­a y merecimien­to (2-0). Más grande pudo ser la goleada y, de haber estado rodados los dos equipos, segurament­e así habría sido. No se sabe si por la emoción de volver al verde, los dos equipos dieron el do de pecho en cuanto a esfuerzo e intensidad mientras las piernas lo permitiero­n.

Salió el equipo de Rubi con ganas de marcar el ritmo sin balón. Una buena presión alta en los primeros minutos provocó que los de Lopetegui, que generalmen­te se sienten más a gusto con el balón, tuvieran que empezar a golpear en largo. No duró mucho la presencia verdiblanc­a en campo contrario en la presión. Sevilla encontró un filón por su banda izquierda y el partido empezó a ser historia. Emerson, muy poco ayudado por Fekir, empezó a sentir la presencia de Munir y Regulón, que se desdoblaba, y a Joel Robles, que poco antes había visto como un latigazo de Ocampos se topaba con la cruceta, se le empezó a acumular el trabajo.

Ese filón también empezó a ser el principio del fin de Bartra, al que Munir descosió con desmarques y alguna que otra finta. Muy diferente que el Betis en ataque, insulso y equivocado Borja Iglesias, que pese a moverse bien tocó para atrás casi todo lo que recibía, mientras que el medio campo no se supo imponer, con Canales y Fekir lejos de su mejor versión. El partido empezó a inclinarse hacia la portería del Betis y Koundé y De Jong, de cabeza, rozaron también el tanto que podía adelantar a los hispalense­s.

La falta de ideas y de gasolina, producto de la presión intensa, del Betis se hizo patente en que su primer disparo a puerta llegó en el 39’. Fue de Canales, desde muy lejos y no estuvo cerca ni de pasar por la portería.

Descanso para tomar aire y mismo intensidad, sin eludir ningún choque. Eso debió pensar Bartra, que cometió un penalti tan tonto como claro. En un balón muerto en el aire, el central saltó a la pugna con De Jong y se apoyó en su nuca con los dos brazos, impidiendo el salto del holandés, que tenía más dominado el espacio aéreo para alcanzar el balón. Mateu Lahoz no dudó, como no deberían dudar otros árbitros más a menudo. Ocampos, que había sido duda para el derbi, agarró el balón y engañando a Joel Robles de maravilla anotó desde los once metros (56’).

Si el Betis atisbaba alguna esperanza de empatar debía mover banquillo ya que, agotado, empezó a abrir espacios y el extremo argentino del Sevilla estaba dispuesto a hacer una sangría. De hecho, de un taconazo suyo a un corner mal ejecutado nació la asistencia para Fernando, que remachó de cabeza (62’).

Un minuto antes había entrado Lainez. Demasiado tarde, como también la entrada de Joaquín. El mexicano, que segurament­e ha jugado menos de lo que merece esta temporada, empezó a descoser a la defensa del Sevilla, lo mismo que el español, y sacar alguna ventaja que no supieron aprovechar sus compaEl ñeros. Lopetegui no quiso ver peligrar el marcador y, consciente del agotamient­o de la plantilla, agotó los cinco cambios y consiguió su cometido, aunque un chutado de Joaquín en el 85’ por poco da más vida a un Betis que acabó buscando puerta demasiado tarde.

Vuelve el fútbol y con mejor cara de la que se podía esperar. Esperemos que no sea flor de un día y que la intensidad no sea flor del derbi. Hay ganas

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