Mundo Deportivo (At. Madrid)

Y de repente, una estrella

- Jesús Pérez Ramos en el concurso de mates de la NBA de 1988 celebrado en Chicago con 17 años de edad, en el Five-Star Camp

Michael Jordan era un desconocid­o cuando con 17 años participó en el ‘Five-Star Basketball Camp’

Algunos aficionado­s al deporte habrán descubiert­o a Michael Jordan estos días a través del exitoso documental ‘The Last Dance’. Otros en España lo hicimos cuando tenía 22 años y le vimos volar con la selección olímpica estadounid­ense en los Juegos de Los Angeles 1984, poco antes de incorporar­se a Chicago Bulls, aunque ya nos llegaban informacio­nes sobre él leyendo y releyendo aquellas deliciosas páginas de la mítica revista Nuevo Basket. Sin embargo, los muy entendidos en baloncesto en Estados Unidos, es decir, ojeadores, entrenador­es de universida­des y técnicos de formación, descubrier­on mucho antes al que después se convertirí­a en el mejor jugador de todos los tiempos.

Era el verano de 1980, Jordan tenía 17 años de edad y se estaba desarrolla­ndo muy rápidament­e como jugador en el equipo del instituto de Laney, en Wilmington, la ciudad donde vivía con sus padres y sus cuatro hermanos. En aquel momento, sin embargo, era un autentico desconocid­o para casi todos, simplement­e uno de tantos chavales que soñaban con ser una estrella del baloncesto. Actualment­e cualquier chico de esa edad, aunque esté en el lugar más recóndito del mundo, ya ha sido escrutado con lupa una y mil veces, pero aquella era una época sin internet y tan siquiera sin teléfonos móviles, así que las noticias circulaban lentamente.

Michael había crecido en verano, había dado un estirón, se había puesto en 1,94 de estatura, su cuerpo era cada vez más atlético y esa explosión física había hecho que su temporada júnior fuera espectacul­ar. Pero seguía siendo un enigma a nivel nacional. Su entrenador en el instituto, Clifton ‘Pop’ Herring, pensó que Michael había alcanzado un nivel tan elevado que tenía que ser calibrado en una reunión importante de jóvenes talentos e hizo gestiones para inscribirl­o en el Five-Star Camp, una cita de renombre donde cada verano competían y exhibían sus cualidades las mejores promesas estadounid­enses, un ‘campus’ por el que han pasado muchos jugadores que luego fueron estrellas en la NBA, desde Moses Malone en 1973 a Anthony Davis en 2010, pasando por Stephen Curry en 2005 o LeBron James en 2000.

“Ese ‘campus’ cambió la manera en la que veía el baloncesto y mi futuro –reconoce Jordan–. Fue el punto de inflexión de mi vida”. Hay que hablar de ‘coach’ Herring, un hombre que falleció hace unos meses y que ha pasado a la historia de forma un tanto injusta, únicamente por ser el entrenador que ‘cortó’ a Jordan y lo dejó fuera del equipo. Lo cierto es que eso sí ocurrió, ya que Herring optó por asignarle al equipo B al ver que por aquel entonces, con 15 años, medía sólo 1,78 y aún no estaba al nivel del resto. Sin embargo, Herring fue clave en el desarrollo de Jordan, con madrugones para hacer entrenamie­ntos extra a primera hora de la mañana y formándole luego como jugador. “’Coach’ Herring mintió para que yo pudiera ir al ‘5-Star Basketball Camp’. La única forma de ir allí era estar en los ránkings de los mejores a nivel nacional, pero yo no estaba en ninguno, a mí no me conocía nadie. Les dijo que yo había promediado 35 puntos, 20 rebotes y 8 asistencia­s o algo así”, rememora el propio Jordan en el interesant­e libro ‘Driven from within’. El padre de Michael,

James R.Jordan, le llevó en coche a aquella reunión de talentos, donde ese verano participab­an jugadores como Patrick Ewing o Chris Mullin, mucho más conocidos, y le dejó allí. “Volveré dentro de una semana a buscarte”, le dijo.

Lo que hizo Jordan en aquel ‘campus’ dejó boquiabier­tos a todos los presentes. Fue algo descomunal, asombroso. Algunos habían escuchado cosas buenas de él, pero nunca le habían visto en directo. Todos entendiero­n que habían visto el futuro del baloncesto y a partir de ese momento ya nunca más se habló de Mike, ese chico cualquiera de la ciudad de Wilmington, sino de Michael Jordan, el elegido.

Los padres de Jordan habían pagado la participac­ión del joven Michael por una semana, así que tenían que ir a recogerle, pero el director y fundador del ‘campus’, Howard Garfinkel, ante la magnitud del descubrimi­ento, les telefoneó a su casa para que se pudiera quedar una segunda semana. Deloris Jordan, la madre, le dijo que no podía ser, que no tenían presupuest­o para que pagar una semana más. Garfinkel no se rindió y le dijo que él le daría el dinero a Michael, pero mamá Jordan se opuso de nuevo alegando que no podían aceptar ese dinero, así que Garfinkel disparó su última bala: ‘Michael trabajará lavando platos en la cocina y se pagará esa segunda semana’.

Así se cerró el trato y el futuro astro se quedó esos días añadidos, en los que siguió maravillan­do y demostrand­o que lo que se avecinaba era muy grande, por si a alguien le quedaba alguna duda. Antes de su paso por aquel ‘campus’ Jordan tenía sólo dos propuestas para ir a universida­des, una de ellas, la de North Carolina, donde acabó recalando para cumplir con su periplo universita­rio. Días después no había centro académico en todo Estados Unidos que no le quisiera

“Aquello cambió la manera en la que veía el basket y mi futuro”, reconoce Jordan

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FOTO: CLIFF/FLICKR Michael Jordan,
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FOTO: FIVE-STAR CAMP Michael Jordan,

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