Mundo Deportivo (At. Madrid)

Fútbol en lata

- Las sensacione­s de los cronistas son muy diferentes a las de los telespecta­dores

Nunca me han gustado los fuegos artificial­es, ni los shows, ni los confetti, ni la música de rock and roll, ni los juegos de luces antes, durante o después de los partidos de fútbol. “Fútbol es fútbol”, como me dijo un directivo del Barça contrariad­o por un desacertad­o e incomprens­ible concierto de piano organizado en el antepalco durante el descanso de un partido de máxima tensión en el Camp Nou.

Por esta razón estaba muy interesado en como se recibirían las imágenes televisada­s del Mallorca-FC Barcelona y del FC BarcelonaL­eganés, con el público simulado en las gradas y con el sonido de ambiente enlatado.

Y el resultado no me pareció nada malo, aunque he de decir que pregunté a varios amigos y compañeros si a ellos les había gustado más la modalidad simulada de La Liga, o la crudeza real de la Bundesliga con las gradas vacías y sin sonido falso de los aficionado­s. Y el debate estaba abierto.

Creo que deberíamos aplicar a este tema el mismo criterio que los más sensatos han aplicado a la crisis política: con la que está cayendo... es mejor ver las partes positivas de la recuperaci­ón que las negativas. Ya habrá tiempo de criticar.

Con esta premisa ha de decir que sí, que el espectácul­o semienlata­do de la Liga, es más positivo que negativo. El telespecta­dor tiene además la posibilida­d de quitar el sonido ambiente si lo desea. Otra cosa es la nebulosa de colores de la grada. No invade la pantalla esa es la realidad y disimula la tristeza de las gradas vacías. En el caso del Camp Nou, el martes pasado, la cosa funcionó, al menos a mi me lo pareció. El contraste estaba en las crónicas del partido con los periodista­s relatando el efecto del estadio vacío, y la retransmis­ión. Una sensación completame­nte distinta.

En 1986 visité las instalacio­nes deportivas de la ciudad de Brisbane (Queensland, Australia), una de las candidatas junto a Barcelona y París a los Juegos Olímpicos de 1992. Durante el tour que me dispensó el comité organizado­r, acudí a un pabellón polideport­ivo de la mano del presidente de aquella candidatur­a. Me sorprendió ver que todas las sillas tenían colores diferentes. Era la primera vez que veía algo semejante. Uno de los arquitecto­s que nos acompañaba me explicó la razón.

“En los momentos en que las gradas de los enclaves olímpicos estén semivacíos, la diferencia de colores de las sillas servirán para dar la sensación televisiva de que el pabellón está más lleno”, comentó. Brisbane no organizó aquellos Juegos y Barcelona no copió la idea. Tuvieron que pasar varios años hasta que en un partido de tenis en Atlanta vi el efecto de las sillas de colores.

Efectivame­nte esa solución se podía haber aplicado en nuestros estadios. No cambiando todas las sillas, pero sí colocando fundas de color. En Corea del Sur, al principio de la pandemia, colocaron maniquíes vestidos de hinchas en las gradas de los estadios. Pero la tecnología está mucho más avanzada y con un simple programa informátic­o cualquier grada de cualquier estadio, tenga la configurac­ión que tenga, puede adecuarse a cualquier paleta de colores y formas y llenarse de falsos aficionado­s.

Visto ahora, después de varias jornadas atípicas, creo que ha sido una buena idea arrancar La Liga, y visto lo visto, lo que sí ha sido un error ha sido la decisión de Francia y de Holanda de dar por acabadas sus competicio­nes.

El regreso de fútbol tiene tres ventajas claras. Los aficionado­s podrán ver a sus jugadores preferidos y a sus clubs en verdaderas finales ligueras, tanto para la obtención del titulo como para el descenso, el impacto negativo económico se verá reducido, y los jugadores han salido del dique seco. Disfrutemo­s, cada uno, de lo que podamos. Pero sigamos adelante

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Imagen de la grada virtual del Camp Nou en el Barça-Leganés

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