‘Cagón’
Antes del 0-5 en Pamplona, el Atlético empató 13 partidos. Cuenta tan sencilla como ramplona: 13 equis, 13 puntos. En algunos de esos empates la ambición brotó desde la desesperación después de regalar más de la mitad del encuentro. O sobrevino la abulia tras la consecución de un gol que al Cholo se le antojaba renta suficiente para defenderlo: y sucumbía. En cualquier caso, palmaba por jugar a medias, por especular, por enfangarse en el barro de la racanería. Si de esos trece martirios hubiese ganado cinco y perdido ocho, sumaría dos puntos más, disfrutaría de una ajustada posición Champions y la parroquia estaría más satisfecha de la abnegación del grupo que de episodios como el vivido en San Mamés, otro eslabón de esa mediocre cadena que no refleja la calidad de esta plantilla.
Culpar de este fracaso a Simeone es tan lícito como reconocerle los méritos por eliminar al Liverpool o por la suma de títulos conseguidos bajo su manto. El Cholo ha rescatado al Atleti del “pupismo”; le ha colocado en el mapa y le ha convertido en un equipo poderoso, admirado y competitivo que mejora sus expectativas en el prólogo de cada temporada… Hasta que aparecen los temblores, párkinson incurable, esa desconfianza intrínseca en las posibilidades de los jugadores que transforma al entrenador milagro en entrenador cagón. Sin medias tintas.
Cada comienzo de curso despierta tantas ilusiones que la frustración es mayor cuando equipos que no le llegan al tobillo en presupuesto le tutean, en ocasiones le ganan y demasiado a menudo le empatan. Si en el fútbol sales a empatar, lo normal es que pierdas, y si sales a ganar por la mínima, el castigo es el empate. Trece acumulaba el Atlético antes de Pamplona. Trece tropiezos en la misma piedra. El Cholo es tan grande como incorregible