Más de lo mismo
os tres meses de pandemia no han supuesto un cambio radical en las dinámicas del futbol. Lo hemos visto en las grandes ligas donde los equipos más fuertes han seguido imponiendo su superioridad con más o menos solvencia. En La Liga, a excepción de la radical pérdida de fuelle y alegría de la Real Sociedad, el resto de equipos no han cambiado tan profundamente. Y esto aplica también para un Barça que, con cinco partidos disputados, empieza a evidenciar que es ese mismo equipo poco fiable y con dificultades para aguantar el ritmo competitivo a lo largo de todo un encuentro. Con destellos de calidad y momentos de buen futbol, sí, pero impreciso y que se desfigura y consume por momentos.
Eso se acrecienta lejos del Camp Nou, como pasó en Balaídos. De un primer tiempo competitivo, e incluso esperanzador, se pasó a una segunda parte con concesiones y desconexiones fatales. El equipo de Setién, como visitante, no ha podido sumar ni la mitad de los puntos posibles: 2 victorias, 2 empates y 2 derrotas. 8 de 18 puntos que son números propios de un equipo de media tabla. “Para algo están los entrenadores”, atizó Suárez en el cabreo del momento.
En medio de ese “buen rollo” entre plantilla y cuerpo técnico, la Liga se complicó mucho para el Barça en Balaídos. No como para tirar la toalla, aun. Con 18 puntos en liza y un final de campeonato de más imprevisibilidad por tener que jugar cada 3 días, el Barça puede llegar a tener sus opciones. Eso pasa por “luchar hasta el final” como apelaba ayer Piqué en las redes. Es la única opción que les queda y requiere también de aplicación literal. Luchar los partidos hasta el minuto 95 de los 6 encuentros que les quedan y, claro, esperar un tropiezo del Real Madrid
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