El trueque Arthur-Pjanic
Este fin de semana lo he pasado con mi familia, hijos y nietos en Peralada. El Hotel del golf renovado está impecable. El campo ya no digamos, una alfombra. El sábado, todo el grupo nos trasladamos, como otras veces, a Roses. Elegimos el restaurante La Sirena. Totalmente lleno. El jefe nos dio un golpe de mano y nos preparó una mesa para diez comensales. Yo creo más que la zona habilitada estaba encima del paseo, pero no se lo digamos a nadie porque no había otra solución. Quiere decir que esta zona de la Costa Brava y otras ya estaban a tope de veraneantes locales, aunque no vi prácticamente extranjeros. Habrá que esperar que lleguen y que también puedan venir al Camp Nou, lo cual querría decir que todos podríamos disfrutar, aunque separados, de poder ver el fútbol en directo. Es una esperanza, sin fecha por ahora, pero como dice el refrán es lo último que se pierde
HLa gente me pregunta qué es esta historia de vender un jugador de 23 años y comprar uno de 30. Les explico los temas de balances y contabilidad y se quedan poco convencidos. Y tienen su parte de razón. Más allá de esta ‘triquiñuela’ legal que ya se va realizando cada cierto tiempo, en este caso es verdad que Arthur, aún no siendo un jugador de mis preferidos, es un futbolista que durante algunas temporadas podía tener un valor de mercado de 50 millones. Y es un activo que el Barça se saca, con lo cual pierde esta posibilidad. El que llega, Pjanic, que a mí me parece mejor para el equipo en la actualidad, el día que llegue prácticamente no tiene valor de mercado. Un jugador de 30 años y con el contrato doble que le han hecho no hay nadie que se lo pague. Por ello, valorativamente, el Barça tiene un bajón de hasta 50 millones. ¡Ah! Y ahora llega Gremio, que va a reclamar los derechos de formación, y esto a nuestro club le va a costar un pastón
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