¿Real como un videojuego?
Una cámara de cine aporta un punto de vista que es a la vez realista y artificial
Los espectadores de los partidos de fútbol de Movistar+ se habrán dado cuenta de que en las retransmisiones hay un nuevo punto de vista insólito. Es una cámara que muestra imágenes del partido casi como si te transportara al terreno de juego. O, mejor dicho: como si los futbolistas entraran al salón de tu casa. No se trata de un recurso tecnológico para ver mejor las jugadas. Es una aportación estética para ganar en espectacularidad visual. Una cámara de cine con una óptica con poca profundidad de campo que se sitúa en el lateral del terreno. Muestra con muy buena definición aquello que está cerca del objetivo y difumina el fondo. Las celebraciones de gol de los jugadores o los saques de banda adquieren una proximidad sorprendente. Las notas de prensa que advertían de esta innovación en los partidos lo explicaban con una frase que parecía un contrasentido: “Ofrece una imagen real como la de un videojuego”. Una explicación asombrosa que describe cómo ha evolucionado visualmente el fútbol. Inicialmente eran los videojuegos los que imitaban las retransmisiones. Después, los videojuegos incorporaron este punto de vista innovador y cinematográfico tan característico de su relato visual y que la tecnología televisiva todavía no permitía llevar a los estadios. Ahora, con cámaras, sensores y objetivos más avanzados, hemos cerrado el círculo.
Es la televisión la que imita el lenguaje audiovisual de los videojuegos. Y lo más alucinante es que ya se percibe que la sensación de mayor realidad es justamente la del fútbol virtual. Vivimos en una era en la que el robot Perseverance nos muestra casi en directo las imágenes del aterrizaje en Marte. El vídeo resultante, de asombrosa espectacularidad, nos llena de dudas por la contundente realidad de algo propio de la ciencia ficción. Las escenas marcianas se convierten en algo tan vívido que llegamos a desconfiar de ellas. Parecen un diseño digital. También en el fútbol. La pandemia ha convertido el público en una masa de píxeles con banda sonora artificial. Ahora, una cámara de cine que convierte a los jugadores en avatares cercanos nos transmite una hiperrealidad prefabricada. La línea que separa la realidad de la recreación es cada vez más confusa e inquietante.