¿Las normas son para todos?
Ayer los informativos nos recordaron que no todos somos iguales ante la ley
Las normas son para todos. También para los futbolistas” decía Manu Carreño en Deportes Cuatro a raíz de la noticia sobre la comida de conjura de los jugadores del Barça en casa de Messi. Pero ayer los programas deportivos nos recordaban que la realidad es otra. Todos los informativos se hacían eco del encuentro. La noticia se alternaba con el recordatorio de las autoridades de la Generalitat sobre las restricciones por motivos sanitarios que se imponen a todos los ciudadanos. A Josep Pedrerol, la reunión multitudinaria culé le fue como anillo al dedo. La noche del lunes convirtió El Chiringuito en una centrifugadora de gritos donde parecían la Santa Inquisición. Y el mediodía del martes utilizaba la normativa oficial para atizar a los jugadores de nuevo incluso en su editorial.
Pero los jugadores del Barça no eran los únicos que hicieron gala de su situación de privilegio. El escaqueo de Marcelo para no convertirse en vocal de una mesa electoral fue también de escándalo. “En condiciones normales debía no viajar a Londres y estar localizable en Madrid” decía la locución en Cuatro. El eufemismo “en condiciones normales” se refiere a lo que tendría que haber acatado cualquier hijo de vecino. En su caso, una señora que era segunda suplente se ofreció y, aunque no es un procedimiento aceptado en otros casos, la administración lo permitió. “Se fue como una liebre” decía un interventor. En Cuatro entrevistaron a la suplente que confesaba que, al ser madridista, tenía claro que Marcelo debía jugar ante el Chelsea. La heroína. No es el privilegio del jugador, es la solidaridad de una aficionada.
Las imágenes de los periodistas a las puertas de la casa de Messi o del colegio electoral son la prueba fehaciente de cómo nos fascina comprobar si estos héroes del siglo XXI gozan de privilegios inalcanzables para el resto de los mortales. Es una especie de suspense mediático, la intriga del “a ver qué pasa” hasta confirmar lo obvio: que no todos somos iguales ante la ley. Recuérdenlo el día que en las entrevistas los futbolistas repitan con cara de pena eso de “es que también somos personas”. Por supuesto, solo cuando les conviene.