Construir la propia épica
Informe+ no debe ir a remolque de la épica del protagonista sino crear su aura
En Informe+ nos explicaron dos historias magníficas. Una, ‘El gran salto de Celia’ que nos descubría a Celia Fernández, la primera y única española que practica el high diving. A pesar de su vértigo, salta al agua desde veinte metros en piscinas o entornos naturales. Impactos de un riesgo extremo a 70 Km/h en apenas tres segundos. Un deporte límite que conlleva elementos que a nivel televisivo permiten mucho juego narrativo: el miedo, el salto al vacío, la altura, el control mental, el vértigo, el suspense, la coreografía en el aire, la caída dentro del agua, la euforia y la adrenalina… Y una vez más, el Informe cayó en la convencionalidad explicativa, la falta de autoría, la ausencia de personalidad fílmica. Una lástima, porque la historia de Celia era perfecta para construir un relato mucho más genuino. El encorsetamiento del formato se hace evidente ya en la entradilla con Dani Garrido. Parece tenso y la realización tiene algo de artificial, de novatos, de timidez, cuando lo que debería transmitir el formato es veteranía y aplomo. Hay detalles desconcertantes. El final de la historia de Celia, con el salto emocionante en plena naturaleza después de tanto tiempo confinada por la pandemia, la ilusión de ella relatando el instante se rompe con la aparición repentina de un rótulo encima que pone ‘Yo soy José’. Es el arranque del informe dedicado al boxeador José Legrá, pero esa manera tan precipitada de truncar la emoción de Celia para presentar la siguiente historia estropea el clímax y el tempo emocional que necesita el espectador.El informe dedicado a Legrá permite comprobar como al programa le resulta más fácil perfilar un contexto estético y poético yendo a remolque de la épica del protagonista que tiene un bagaje histórico, que construir una épica para Celia. En el Informe de Legrá el tratamiento de las imágenes de archivo, las puestas en escena, la iluminación, logran una personalidad narrativa y televisiva. En cambio, Celia queda desposeída de ella. No es el programa el que debe ir a remolque de la grandeza del invitado. Es el Informe el que debe atribuir el esplendor a su protagonista a través de sus herramientas audiovisuales.