Koeman, perdónanos
La última vez que Bobby Robson se sentó en el banquillo del Camp Nou (15 de junio de 1997) pudo leer una pancarta tamaño sabana infantil, colgada en el lateral, que decía: “Bobby, thanks and forgive us”. Gracias y perdónanos. Parte del barcelonismo estaba arrepentido del trato que se le había dado al entrenador que Núñez escogió para sustituir a Cruyff. A pesar de que el fútbol del equipo era espectacular y goleador (con
Ronaldo y Figo en punta), los reproches hacia Robson fueron continuos por hacer coincidir a cuatro centrales en el campo, por contar poco con De la
Peña, por... El día de enero que ganando al Rayo por 5-0 en el descanso, el equipo se fue al vestuario recibiendo una gran “pañolada”, tuvimos la certeza que la cabeza que se quería cortar no era la de Robson, precisamente. A final de temporada, alguien –un socio anónimo- decidió pedirle perdón con esa pancarta, en primera persona del plural, en nombre de los barcelonistas.
Robson se sentó 60 partidos en el banquillo del Barça. Fue sustituido por un Van Gaal recibido en loor de multitudes en su presentación. Ronald Koeman ha dirigido el Barça en 67 partidos, no se ha podido ni comer los turrones en la primera temporada con público y las formas del despido han dejado tanto que desear como el trato recibido por el presidente desde el mes de junio. Futbolísticamente, el Barça de Koeman ha decepcionado. De acuerdo que con la plantilla del “esto es lo que hay” y la desgraciada plaga de lesiones en ataque, jamás pudo alinear a un once como aquellos de Robson. Pero con lo que había debía sacar un rendimiento mejor. Tampoco fue de recibo regalar dos ligas, una por el mal final y otra por el mal inicio. Pero, transcurrido casi un mes desde su despido, hay que poner en valor lo que hizo Koeman por el Barça. En tres capítulos. Primero, tras el 2-8 de Lisboa, cuando ni Xavi no quiso coger las riendas –enrolado en el proyecto electoral de Víctor Font-, Koeman sí quiso venir, valiente e ilusionado, renunciando incluso a la selección holandesa. Luego, entre la dimisión de Bartomeu en octubre y la victoria electoral de Laporta en marzo, Koeman fue la cara visible del club durante ese medio año sin rumbo ni patrón. Prácticamente era el portavoz y el único sostén del Barça. Y siempre con buenas palabras, poniéndole al mal tiempo buena cara. Con dignidad, por entrega a los colores. Nunca le agradeceremos bastante lo que hizo durante esos complicadísimos meses. Y, tercer episodio: tuvo que lidiar con el adiós de Messi. En su primera campaña, le tocó convivir con el astro que se quedó contra su voluntad. En la segunda, tuvo que vivir y jugar sin el crack que se fue, también, contra la que era su idea. El barcelonismo entero quedó en estado de shock post-traumático. A Koeman ya le hemos agradecido muchas veces el gol de Wembley. Ahora tocaría, en lugar de hacerle quedar como un pesetero, reconocerle los servicios prestados, agradecerle haber sido el faro durante este año tan difícil y, si hace falta, pedirle perdón. Y, luego, aclamar a Xavi ,el próximo sábado.
Por cierto, Bobby Robson murió en julio de 2009. Ni en el Gamper, ni en la Supercopa, ni en el primer encuentro de Liga ante la Real Sociedad, el Camp Nou no guardó un minuto de silencio en su memoria. Lo de menospreciar a los mitos no viene de ahora ●