La historia de Cenicienta en la NFL
Qwan’tez Stiggers llega a la NFL ’drafteado’ por los Jets sin haber jugado en la universidad y tras querer dejar el fútbol americano
Hay un viejo dicho en el fútbol americano que reza que si eres lo suficientemente bueno, la NFL te encontrará. En el último Draft de la NFL de 2024, los New York Jets se hicieron con los servicios del defensa (‘cornerback / safety’) Qwan’tez Stiggers (8/1/2002, Atlanta, Georgia) en el número 176 en la quinta ronda, convirtiéndose en el tercer jugador en ser seleccionado, tras Eric Swann (Phoenix Cardinals, 1991) y Moritz Boehringer (Minnesota Vikings , 2016), que no ha jugado en la universidad. No importa que Stiggers nunca haya pasado por el fútbol americano universitario, ni que tampoco estuviera entre los 321 jugadores de proyección invitados al combinado de exploración de la liga hace unas semanas, ni tampoco que no figurara en el ‘draft simulado’ de los grandes equipos. En definitiva, ni él mismo pensó que estaba destinado a llegar tan lejos. Los Jets se llevan un diamante en bruto aunque su bagaje de jugador profesional se reduzca a una única temporada. El pasado curso jugó 16 partidos en los Toronto Argonauts de la Canadian Football League, ganando el premio al ‘Novato Más Destacado’ con 56 ‘tackles’ (placajes) y cinco intercepciones. Pero todo esto quizás no hubiera ocurrido si su madre Kwanna, viéndolo triste y deprimido, no lo hubiera inscrito en la Fan Controlled Football.
La muerte del padre
Qwan’tez Stiggers se enamoró del fútbol americano por primera vez a los 8 años. Él y su hermano mayor, Qwantayvious, jugaban para los Georgia Rattlers. Luego siguieron juntos en The BEST Academy, una pequeña escuela secundaria y preparatoria pública exclusivamente para chicos en el noroeste de Atlanta. El salto a la universidad debía producirse en la temporada 2020. Ya la tenía escogida. Continuaría sus estudios en Lane College en Tennessee que jugaba en la División II pero la pandemia del Covid-19 frenó en seco su ingreso y la temporada fue cancelada. Pero las desgracias no vienen nunca solas. En febrero de 2020, su padre, Rayves Harrison, tuvo un accidente que le dejó en coma y acabó falleciendo en septiembre. Esto sumió a Qwan’tez en una depresión y decidió no seguir estudiando para dedicarse a trabajar. Reconoce que “No tenía hambre. Apagué mi teléfono. No salí de casa durante un par de semanas. Me mantuve alejado del fútbol americano. Renuncié a mi sueño”. Con la muerte de su padre había perdido su mayor apoyo moral y económico. Con 12 hermanos Stiggers en la familia, había que ayudar de cualquier forma: tuvo que hacer varios trabajos como recoger los carritos de compras en el parking del Walmart, repartir comida a domicilio, lavar camionetas en el aeropuerto o vender coches en un concesionario Chevrolet.
Un correo erróneo
Hace dos años, mirando Facebook, su madre se encontró con una liga de aficionados al fútbol americano en formato ‘7 contra 7’, la Fan Controlled Football. Decidió apuntarle para las pruebas y él fue, pero sin demasiada convicción. Entrenó por su cuenta y volvió a jugar. Se sintió bien. Uno de los entrenadores involucrados con FCF era el entrenador universitario John Jenkins, quien pasó gran parte de su carrera en la Canadian Football League y llamó a los Argonauts de Toronto para contarles que un chico de 20 años estaba haciendo unos registros espectaculares. No le hicieron mucho caso. Los Argonauts estaban disputando las finales de la Grey Cup (la Superbowl de la CFL que acabaron ganando). Qwan’tez también tenía la opción de jugar con los Orlando Guardians en la XFL, pero enviaron su contrato a una dirección de correo electrónico incorrecta. Mientras estaba en su turno en el lavadero de coches recibió un mensaje de Vince Magri de los Toronto Argonauts, pidiéndole una dirección de contacto. Días después, apareció en su buzón un contrato de prueba. Se decidió por los ‘Argos’.
Inicios duros
El entrenador de la defesa, Josh Bell, no le tenía mucha confianza. Detestaba a los novatos y creía que se lo sacaría de encima rápido. ¿Qué podía esperar de un tipo que no había jugado en ninguna universidad?. Además, dejó en Atlanta a su prometida Cheyenne y a su hijo de un año. Por las noches no dormía tranquilo. En octubre de 2019, la hermana de Cheyenne, Jessica Daniels, fue asesinada. Una bala perdida en un tiroteo terminó con su vida a los 18 años.
Pero Stiggers no estaba dispuesto a perder la oportunidad. En los entrenamientos era el más implicado y destacaba por su explosividad. Varias lesiones de compañeros le abrieron las puertas a debutar. En su primer partido contra Hamilton hizo una intercepción a Bo Levi Mitchell, uno de los mejores quarterbacks de la liga. Se ganó el puesto.
Cuando terminó su temporada en la CFL, Stiggers jugó en el East-West Shrine Bowl, donde tuvo la oportunidad de exhibirse frente a los cazatalentos y evaluadores de la NFL. En su ‘Pro Day’ personal en Atlanta, asistieron hasta 29 equipos y luego se dedicó a visitar clubes y entrevistarse con entrenadores.
Qwan’tez reconoce que “Sólo estaba buscando una oportunidad, pero terminó siendo más que eso. Terminó siendo algo que me cambió la vida, donde pude perseguir mis sueños e ir a la NFL”