30 años de Atenas, el ocaso del Dream Team
No hubo final pero sí un final para una gran generación culé tras el 4-0 del Milan
Atenas fue el lugar en el que se enterró simbólicamente una era dorada del FC Barcelona, la del ‘Dream Team’. Allí, el 18 de mayo de 1994, el Barça cayó 4-0 ante el Milan en la final de la Champions. Hoy se cumplen 30 años de un partido que se afrontó en sus vísperas como la culminación de una obra magna y que en 90 minutos terminó siendo el doloroso epílogo de una gran etapa.
Johan Cruyff había vuelto al Barça como entrenador/reconstructor tras el ‘Motín del Hesperia’. Estuvo ocho años, de 1988 a 1996, pero el ciclo glorioso de su creación, lo que se denominó ‘Dream Team’ por sus éxitos y por su juego seductor, fue el periodo que va de 1990 a 1994, con la que aún hoy es la mejor cosecha liguera de la historia del club: 4 títulos destronando al Madrid de la Quinta del Buitre y la conquista de la primera Copa de Europa en 1992. Mayo de 1994 tenía que ser la confirmación de una hegemonía. Fue todo lo contrario. Entre 1990 y 1994, cuajó el Barça de Cruyff en un equipo apasionante por su lúdica rentabilidad, admitiendo casi voluntariamente su imperfección defensiva como parte de la propuesta. Cruyff solía resumirlo así: “Si el rival mete 4, nosotros 5”. En Atenas, el Milan atropelló esa idea: sólo se cumplió la primera parte del aforismo.
El Barça venía de ganar cuatro días antes la cuarta Liga seguida, la del penalti fallado por Djukic. Iba, por tanto, subido en la gran ola de autoestima en que se montó desde 1991, cuando casi todo le salía bien. Del “salid y disfrutad” que le hizo campeón de Europa en 1992, Cruyff pasó a algo más que una discreta aceptación del cartel de equipo de referencia. “El Barça es favorito, el Milan no es nada del otro mundo”, fueron las frases que dejó el técnico en Atenas. Era cierto que el Milan dirigido por Capello en 1994 no era el Milan pluscuamperfecto de Sacchi, pero seguía siendo una ‘squadra’ orgullosa de sí misma. En el Barça de 1994, además, hubo detalles convivenciales de vestuario que no se daban en 1992. Por ejemplo, el de la elección de los tres extranjeros que, por norma, podían jugar aquella final. En Wembley, hasta Witschge sabía que sería él quien se quedaría en la grada para que jugaran Koeman, Stoichkov y Laudrup. En el Olímpico de Atenas, cualquier descarte era como elegir entre papá y mamá. A la postre, cayó Laudrup y jugaron Koeman, Stoichkov y Romario. En su artículo de esta semana en MD, Carles Rexach, segundo de Cruyff, confirmó las vueltas que le dieron a aquel descarte. “Seguramente habría ido bien reforzar con Laudrup la zona ancha”, admitió.
El contraste entre un equipo que apenas pudo preparar la final con otro que llevaba dos semanas pensando exclusivamente en ella hizo el resto. Importó poco que Capello tuviera sancionados a sus centrales, Baresi y Costacurta. Lo que se
imaginó en la pizarra le salió tan bien que hizo famoso para siempre a Desailly, quien jamás volvió a repetir tal partidazo. El ‘muro’ marcó el 4-0 (58’) de una serie que inició Massaro (22’ y 44’) y que engordó Savicevic con un globo inverosímil (46’).
No hubo final, pero sí un final.
Cruyff había prometido una renovación general a la plantilla si caía la Liga y se llegaba a Atenas. El 4-0 adverso lo cambió todo en el mismo avión de vuelta: Zubizarreta se enteró de que no se le ampliaría el contrato que acababa en semanas. Salinas y Juan Carlos tampoco siguieron y Goiko entró en un trueque por Eskurza. Al año se fueron también Eusebio, Stoichkov, Txiki y Koeman. Una escabechina que no llegó acompañada, ni de lejos, por una renovación de elenco a la altura de lo que se iba. “Remodelar un vestuario ganador es difícil, conviene hacerlo poco a poco, que un año venga uno por otro, y así en tres o cuatro los vas integrando sin que casi nadie lo note”, reflexionó Rexach. En el Camp Nou no pasó eso: entre 1994 y 1995 se cambiaron hasta las perchas. Dos temporadas después del 4-0 de Atenas, la falta de títulos y la ruptura entre el presidente Núñez y Cruyff acabó con el periodo más largo de estancia de un técnico en el Barça