Lo mejor de Guardiola no son las 12 Ligas
En 15 temporadas en la élite, Guardiola ha ganado 12 Ligas como entrenador. 3 de 4 en el Barça, 3 de 3 en el Bayern y 6 de 8 el City. Tremendos datos que no merecen la nota a pie de página, aguafiestas y algo enfermiza, de que en el Camp Nou tenía a Messi, que el Bayern ganaba antes de él y después de él, y que en Manchester ha tenido todo el dinero del mundo para fichar. La proeza es enorme y prácticamente inigualable, como el hito de las cuatro Premier seguidas, cosa que no había hecho antes ningún otro equipo. Pero más allá de las 12 Ligas, es el cómo se han logrado. Con una revolución futbolística, a la que ha sido fiel, de aplicación constante y que ha ido perfeccionando a medida que sus rivales buscaban antídotos. Hoy cualquier equipo quiere salir jugando de atrás copiando su invento, con el portero dando el primer pase a dos centrales muy abiertos, como hacía con un Valdés que alucinaba con esa instrucción que rompía con todo. Guardiola ha aplicado, en cada fase del campo, esta sistematización de la idea. Y, como bien dice el profesor Pep Segura ,“la idea no es el objetivo final sino el punto de partida de todo”. Y ahí, sabiendo a qué quiere jugar, y como meter el lateral por dentro, abrir el campo con dos extremos y hacer que la llegada del interior marque la diferencia, solo la práctica, el entrenamiento repetido hasta la saciedad, la exigencia del máximo rendimiento, apretando a los jugadores hasta el límite, es cuando se llega al éxito. Pep es un genio del fútbol, un superdotado, pero sin obligar a sus jugadores hasta la extenuación, no habría logrado ni la perfección futbolística ni la mitad de esos títulos