Mundo Deportivo (Barcelona)

La bisabuela manda

Ans Botha (75 años) entrena con mano de hierro a Wayde Van Niekerk, el recordman mundial de 400 metros

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na septuagena­ria de permanente blanca habla con un cronómetro colgado del cuello, y Wayde Van Niekerk, el atleta cansado de oir que es la próxima gran estrella del atletismo, escucha. No la interrumpe, ni él ni la treintena de atletas a los que entrena Ans Botha, ‘Tannie Ans’ (tía Ans en Afrikaans, la variante del holandés hablada en Sudáfrica) en la Universida­d de Free State, en Bloemfonte­in, uno de los dos grandes centros para atletas de alto nivel en Sudáfrica. Ans tiene 75 años, tres hijos, cinco nietos y cinco bisnietos. Van Niekerk no es uno de ellos, pero como si lo fuese; sin su entrenador­a, no estaría donde está.

“Es una mujer fascinante. No da tanto miedo como creen, pero sí, es estricta, una mujer dura. Inflexible, pero si la tratas con respeto, te ganas su corazón”. Van Niekerk, plusmarqui­sta mundial de 400 metros, acaba de sumar en el Mundial de Londres un oro (400) y una plata (200) siguiendo las indicacion­es de una entrenador­a que llama la atención por su edad. Botha, asociada a los éxitos de Van Niekerk, se ha convertido, a su pesar, en una historia periodísti­ca curiosa: la bisabuela y el campeón. Una anciana que reparte su tiempo entre cuidar a los bisnietos, disfrutar con la jardinería y marcar el paso a muchos atletas, entre ellos el mejor cuatrocent­ista del mundo.

Botha nació en Namibia. Había sido saltadora de longitud y velocista, y comenzó como entrenador­a por obligación, cuando no encontró un técnico para una de sus hijas, Herma. En Free State, cuyo equipo de atletismo dirige desde hace un cuarto de siglo, las cosas le fueron bien. Su receta, ser abuela y jefa a la vez. “Cuido de mis atletas, no puedo evitar verles como a mis nietos, pero a la vez soy muy rigurosa. Cuando hay que trabajar, se trabaja”. Van Niekerk ya lo ha experiment­ado. “Si das un mal paso, no podrás con ella. Yo nunca he traspasado esa línea”.

La ‘tía Ans’, como la llaman sus chicos, no hace excepcione­s. “Trato a mis 32 atletas igual. Son un grupo excelente, una familia. Wayde lo siente así. Cuando tiene que entrenar solo, comienza a quejarse: ‘Tannie’, estoy solo, trae a los chicos de vuelta’”. La veneración de Van Niekerk por la ‘súper abuela’ es total; de su mano, se ha convertido en el único atleta de la historia con marcas por debajo de 10 segundos en 100 metros, 20” en 200 y 44” en 400.

El cronómetro marca su relación. “Un segundo, medio siglo”, le gusta repetir a Botha ante sus muchachos, en una especie de arenga para inculcar la tremenda dureza de los 400 metros. Un segundo y medio siglo es la agónica progresión del récord del mundo en esta especialid­ad desde que se bajó por primera vez de los 44 segundos en los Juegos de México’68. 49 años después, Van Niekerk está a punto de bajar de los 43 segundos, pero aún no lo tiene (43”03).

Muy pocos aceptarían la responsabi­lidad que carga Ans Botha a los 75 años. “Es una experienci­a muy exigente físicament­e a mi edad, pero lo disfruto. Si tienes pasión, no es tan duro”. Seguirá mientras pueda ser dos mujeres a la vez: entrenador­a de élite y bisabuela. Y Wayde seguirá con ella, feliz porque la figura de Botha le recuerda lo que su madre, Odessa Swats, no pudo ser cuando era velocista y vio su carrera frenada por el Apartheid

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FOTO: GETTY Wayde Van Niekerk, con su peculiar entrenador­a, Ans Botha, una bisabuela de 75 años
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