Derecho a decidir

Lo

dicen los números: Andrés Iniesta ha jugado ocho de los diez partidos oficiales del FC Barcelona como titular. No jugó los otros dos por un golpe que recibió en la ida de la Supercopa de España contra el Real Madrid en el Camp Nou. Lo aseguró Valverde en Lisboa la víspera del partido de Champions frente al Sporting: “Iniesta es un jugador fundamental para nosotros, decir que no notamos su presencia en el campo sería absurdo por mi parte. Ha sido y sigue siendo un futbolista que marca el estilo en el terreno de juego”. Y lo dice el sentido común: Don Andrés Iniesta es un lujo para cualquier equipo del mundo.

Su aparente rendimiento decreciente en la era Luis Enrique ha quedado eclipsado por un inicio de temporada brillante, en el que está volviendo a mostrar sus virtudes. Las de siempre. Los retoques tácticos de Valverde han amplificado su magia y la mano izquierda del Txingurri le ha devuelto los galones perdidos. Iniesta siempre se ha sentido importante, pero ahora vuelve a ser visible. La confianza y la continuidad hacen crecer su fútbol. Si Iniesta fluye, el Barça gana. Y juega mucho mejor. Los hiperventilados que lo daban por acabado, tendrán que esperar.

Si el futuro de Iniesta en el club azulgrana dependía del peso que tenga en el equipo este año, la situación invitaría a pensar que el Barça no perderá a su capitán el próximo verano. Ojalá. No hay más Iniestas. Como no había más Xavis. Como no habrá más Messis. Cuánto más juegue, más fácil será reconocer al Barça. La decisión será suya y el club ha entendido que así debe ser, a través de la firma de un acuerdo que está cada vez más cerca.

Ahora, sí. Nadie puede discutir que Iniesta se merece un premio que debería ser universal: el derecho a decidir