Los gritos del silencio
En un Estadi vacío se escuchó desde los goles (“bien Leo, bien, hostia”) hasta quejas al arbitro (“esta sí y antes no”)
Tarde extraña en el Camp Nou. Aglomeraciones fuera del estadio y un triste vacío dentro, en las gradas. El ‘Més que un club’ escrito en los asientos se leía con claridad, como un plafón con la palabra “Democracia FCBarcelona”. En el marcador, el mismo lema y la imagen de una urna. Silencio absoluto, estremecedor por todo lo sucedido durante el día. En el exterior, miles de aficionadosvolvían a casa resignados. No todos. Un niño lloraba desconsoladamente. Los turistas sabían el porqué. Ninguna protesta.
Pero un estadio nunca acaba de enmudecer del todo. L agrada no rugía, no vitoreaba las alineaciones, no saludaba con euforia cuando los jugadores azulgrana saltaban al césped, ni canturreaba el himno, que sonó sin coro, pero se escucharon otros rugidos. Un silencio roto únicamente por el silbato del árbitro, las voces de los jugadores, la narración de alguna radio o de una televisión fuera de la cabina, el golpeo de las botas contra el balón y las consignas de los jugadores. Descubrir qué hacen, qué se dicen, cómo actúan. Fue un relato de voces, de ánimo, de reproches, en ocasiones de protestas… “Venga Leo, bien, bien..”, le gritaban a Messi en una de sus primeras acciones regateando a rivales. Como la patada de Calleri a Busquets. “Es amarilla”, le protestaban a Munuera Montera, que hacía caso omiso. En las primeras filas fuera del banquillo, Alcácer aplaudía los ataques de los azulgrana. Más arriba, el palco estaba vacío.
Quizá contagiado por todo, el Barça jugaba tirando a frío. En una acción de Las Palmas, con pase atrás dentro del área, un repr oc he.“¡Márcale,már cale !”. El equipo reaccionaba, casi siempre a balón parado. Piqué reclamaba un córner. El linier no quiso saber nada. “Hombre, hombre…”, soltó gesticulando. También se enojaron cuando hubo una falta culé castigada con una tarjetaaPaulinho por presionar al portero Chic hizo la .“¡¡ Ahora sí y la de aquí no !!”, le reclamaba Pi qué.
Mes si era el que más lo intentaba. Con una falta directa, con entradas en diagonal repartiendo juego, con regates en la frontal. Algunas no salía como quería. “Bien, Leo, bien, hostia”, le gritaban. Y llegaron los goles. Un córner, en otra jugada de pizarra de Valverde, con remate de cabeza de Busquets, que se fue a un lateral y alzó el puño para celebrarlo y dedicárselo a su familia. “Bravo,
bravo”, le decía algún compañero. También cuando Messi marcó. No descorchó su euforia. No era una tarde para alegrías. “Bien, Leo, bien,hostia”…
Cada choque o cada acción un estruendo. Como cuando saltó un espontáneo y se dieron las órdenes para reducir le, como cuando Ter Stegen rechazó un balón con los puños al grito de “OK” o como cuando Luis Suárez se rasgó la camiseta. Un partido digno de ser escuchado