Ambiente hostil
El destino, siempre juguetón, ha querido que el Barça juegue en Madrid la semana que España ha celebrado su fiesta nacional y que Catalunya ha sido independiente (¿o no?) durante unos segundos. No hace falta ser un genio para deducir que mañana el equipo de Ernesto Valverde se encontrará en el Wanda Metropolitano un ambiente extremadamente hostil. Más que nunca. Me imagino una exaltación constante de patriotismo, exhibición de alguna bandera con pollo, pancartas elegantes rollo ‘Puigdemont ,ala prisión’, insultos diversos, alusiones a Polonia y silbidos, muchos silbidos, no tanto para el equipo y los jugadores (Piqué aparte), como para el país que el Barça representa desde su fundación.
Nada nuevo cara al sol. La catalanofobia es algo presente en muchos campos de España desde hace décadas. El compromiso del Barça con Catalunya y con el derecho a decidir no es compartido (lógico) ni entendido en el resto de la península, ni siquiera por los propios culés españoles. A lo largo de su historia, el FC Barcelona siempre ha dado apoyo a la corriente hegemónica del catalanismo, representada en este momento por la reivindicación del derecho de autodeterminación. Demandar que el pueblo catalán pueda votar, condenar la salvajada policial del 1-O y apelar al diálogo entre los gobiernos, simplemente es un ejercicio de coherencia y dignidad. Como lo hubiera sido no jugar ante la UD Las Palmas el partido que se disputó a puerta cerrada.
Mañana asistiremos a la primera gran bronca ‘después de’. Habrá muchas más. Y habrá pasividad de la Liga de Javier Tebas y el Comité de Francisco Rubio. De los árbitros, no dudo hasta que se demuestre lo contrario. Lo que sí tengo claro es que, como decía Pep Guardiola, habrá que hacerlo muy bien para ganar esta Liga. No vaya a ser que sea la última