Mundo Deportivo (Barcelona)

La lluvia cambió su destino

Tras dejarlo por primera vez en 2012, volvió porque se aburría

- Joan Justribó

Ruth Beitia cierra su exitosa y prolongada trayectori­a a los 38 años. Es una despedida definitiva, forzada por el castigo físico de tanto tiempo superando listones. Antes había aparcado el atletismo, para regresar y meterse en la historia.

En 2012, tras los Juegos de Londres, Ruth Beitia dijo basta. Tenía 33 años, medallas aquí y allá, y tres experienci­as olímpicas sin suerte. Comenzó a probar placeres que la vida de atleta siempre obliga a aparcar. Quería patinar, viajar solo por placer… El retiro duró dos meses. Ruth (Santander, 1979) explica que la lluvia, el clima cántabro,tiene la culpa. “Con el mal tiempo pocas cosas puedes hacer. Para no aburrirme comencé a dejarme caer por el módulo cubierto de La Albericia, a ver a Ramón, a entrenar otra vez… y hasta aquí”.

Ramón es Ramón Torralbo, su entrenador desde hace 25 años. “Mi otro 50 por ciento”. Ruth, cariñosa y leal, jamás le ha abandonado. Nada de centros de entrenamie­nto en Madrid o Barcelona. No se ha movido de Santander, del lado de un profesor de Educación Física de la Universida­d de Cantabria que la descubrió gracias al hermano mayor de Ruth, José Antonio, al que entrenó antes hasta convertirl­o en campeón de España junior.

Ramón, que no acababa de entender aquello de la retirada de Ruth hace cuatro años, la acogió de nuevo.Y los cuatro últimos años de su carrera hasta Río fueron los mejores para Beitia, más fuerte mentalment­e,más segura que nunca. “Aprendí a disfrutar compitiend­o”, dijo ella, que sumó 17 años trabajando con Toñi, su psicóloga, para positiviza­r la presión de la competició­n.

Ruth hablaba con el listón antes del salto.En la final de Río, su gran momento, pudo verse.“Es mi amigo, me gusta hablar con él. Es un refuerzo positivo que me ayuda a pasarlo”. El atletismo español agradecerá siempre que aquella primera retirada de Ruth no fuera en serio, porque desde entonces llegaron dos oros europeos más, una medalla mundial, triunfos en la Diamond League y,como guinda,el oro de Río.

Demasiada pasión por el atletismo, incubada desde que sus padres, José Luis y Aurora, ambos jueces de este deporte, quienes montaban a sus cinco hijos en el coche para ir a competir. Y allí, entre Inma, José Antonio, Joaquín y David, se acomodaba Ruth, que creció hasta el 1,92 y se decantó por el salto de altura. En 2003 se convirtió en la primera española que superaba los dos metros (2,00), y en 2007 alcanzó su tope personal, 2,02 al aire libre.

Formada como fisioterap­euta, Beitia ha sido también diputada por el PP en el parlamento autonómico de Cantabria, y ha ejercido de capitana en la selección española. Sus compañeros la adoran y ella adora a sus rivales, con una excepción: la croata Blanka Vlasic. “Vive en su mundo. Sigue creyendo que es una superestre­lla y nos ignora a las demás”, asegura.

Un nutricioni­sta la ayudó a comer bien para cuidar su peso, un punto básico para pasar el listón. Nunca se movió de la franja entre 71 y 73 kilos para su 1,92 de estatura. Es la misma dulce atleta que salía a competir con su osito Nico. Nico no apareció en la pista los últimos años, porque Ruth se hizo mayor, tanto que es la mejor atleta española de la historia.

Después de los Juegos de Río, su cénit, aún tuvo fuerzas para colgarse una plata en los Europeos indoor, pero empujada por las lesiones ha dicho adiós con un puesto fijo entre las grandes del atletismo y el deporte españoles. La final del Mundial de Londres, el 12 de agosto pasado, fue su última competició­n, y se vino con el premio ‘fair play’, un guiño internacio­nal a su figura

Tras su primera retirada maduró como atleta y logró sus mejores éxitos

Su técnico, Ramón Torralbo, “es mi otro 50 por ciento”, como ella misma subraya

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FOTO: EFE Ruth Beitia se emocionó al anunciar su retirada en el Palacio de Deportes de su Santander natal

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